Nunca se olvida el arte de tejer mundos en las estrellas,
de tener la luna dentro de la cabeza...
y en mi cabecita siempre hay luna llena...

domingo, 25 de marzo de 2012

MI VECINO EL ESCRITOR

La foto es de aquí
    “El artista en su trabajo debe ser como Dios en su creación, invisible y todopoderoso. Debe sentírsele en todos los sitios, pero no debe ser visto.”



Gustav Flaubert


    Tengo un vecino que es escritor y me da pena que esté tan flaco. No es que no tenga éxito, es que no sabe ni ahorrar ni cocinar. Por eso cada mañana, antes de irme a trabajar, bajo a comprar pan y leche, preparo un desayuno para dos, lo pongo en una bandeja con el periódico, unas flores también, y llamo a su puerta. Es la mejor parte del día para mí.
    Escribe sobre todo poesía. Pero la poesía no le reporta muchos beneficios. Así que malvive con lo que le queda de las ventas de sus tres novelas. Me gustan mucho sus novelas, pero me gusta más que me lea sus versos, que me busque a horas intempestivas para contarme una imagen o un sueño, y que me recite de memoria cogiéndome las manos y mirándome a los ojos.
    Hoy se ha abalanzado sobre las tostadas con un ansia poco habitual en él. Las ha devorado a toda prisa mientras me contaba que las musas lo visitaron anoche. Se ha despertado inquieto de madrugada, con la sensación de tener una jaula de grillos en la cabeza, y ha tenido que ponerse a escribir de inmediato, para no olvidar el argumento de lo que será su próxima novela. Las ideas se le atropellaban, los personajes se empujaban unos a otros y no conseguía teclear con la suficiente velocidad.
    Ya conozco la historia. Será la cuarta vez que la vivo. Ahora estará una temporada imposible, inaccesible, arisco de prepotente y ni siquiera me mirará. En cuanto termine con el argumento se lo llevará a su agente. A su agente le encantará, como siempre. Le dará un adelanto, como siempre. Se lo gastará en rubias, copas y cenas, como siempre. Se sentirá, y será, omnipotente, tanto dentro de su relato con las palabras, como fuera de él con el dinero del adelanto. No tardará mucho en dejar colgado el trabajo, todo para mañana, porque sólo se vive una vez. Parece que para él vivir consiste en irse de juerga. Se le pondrán la cara y la nariz coloradas, bien acompañadas por la risa estúpida del borracho crápula. Cuando queden un par de días para que termine el plazo para entregar el borrador, acabará con prisas, de malas maneras, y dibujará un final precipitado con los personajes en situaciones absurdas e ilógicas. Su agente le echará la bronca, así que no le quedará más remedio que encerrarse en casa y ponerse a escribir en serio.
    Cuando llegue el momento, cuando esté desesperado, me buscará. Se cruzará de forma accidental conmigo en la escalera. Me dirá que cuánto tiempo, y me invitará a un café en su casa. Me dará un abultado montón de folios sucios para que le diga mi opinión. Otra vez habrá adelgazado, porque es incapaz de perder tiempo en prepararse algo de comer, además de que se habrá fundido ya todo el dinero y no podrá tampoco ir de restaurantes. Lo trataré con frialdad, porque estaré enfadada, pero no tengo remedio, y volverá a darme pena que esté tan flaco. A la mañana siguiente llamaré a su puerta con el desayuno, el periódico, unas flores, y el texto corregido. Por supuesto, me prometerá una cena que nunca llegará, porque en cuanto su agente le de el resto del dinero, volverá a las rubias, a las copas, y a esas cenas donde yo sobro.
    Nunca le dura mucho esta fase. Es derrochador y demasiado generoso con los conocidos por accidente en las barras de los bares. Se siente Dios durante el tiempo que lo posee la febril inspiración inicial, y hasta que se le acaban las presentaciones, los viajes, las rubias, las copas y las cenas. Luego vuelve siempre a casa a refugiarse en su poesía, y a refugiarse en mis desayunos y mi sosa presencia silenciosa.

APOLONIA

jueves, 15 de marzo de 2012

HEAVY DE CIUDAD


    Los tres chavales picaron y aceptaron la apuesta. Se rieron con ganas de Carlos, porque estaban muy seguros de que no sería capaz de ligarse a la camarera, y mucho menos de tirársela como afirmaba. La conocían bien. Ellos eran del pueblo, y Carlos sólo un forastero que andaba de paso. Se lo tenía muy creído. Sabía mucho de música y de cómo beber birras, pero lo que no sabía es que aquella tía, que sólo estaba tras la barra los fines de semana por echarle una mano al dueño y beber gratis, estudiaba en la universidad y se había echado un novio allí en la ciudad. Desde entonces, aunque todos la perseguían, nadie había conseguido nada que no fueran aquellas sonrisas con las que acompañaba las copas.
   

    Se pusieron los cuatro a comentar lo buenísima que estaba. Una pelirroja con mallas de colores y el pelo en dos trenzas hasta la cintura, hippie tras la barra de un bar heavy, no podía pasar desapercibida. Luego irían a buscar a los otros, que estaban con la partida de futbolín. No les perdonarían si no los avisaban de que esa noche era ella la que ponía las cervezas.
   

    Decidieron caldear un poco el ambiente y pidieron unas jarras con chupito dentro, unos submarinos de peppermint. Mientras se los bebían le decían a Carlos que era un pringao, que no tenía la más mínima posibilidad, que la tía era muy maja, pero que le sonreía a todo el mundo. Sin embargo, Carlos se terminó de trago la cerveza, los miró con sorna y se fue a la esquina donde ella trasteaba con los vinilos.
   

    Se acercó preguntándole algo sobre el disco que sonaba en ese momento. Desplegó toda su sabiduría musical y le dijo que la invitaba a tomar algo. Ella aceptó sin remilgos, le sonrió, puso una botella sobre la barra y le preguntó qué disco quería que le pusiera a cambio. Hablaban por debajo del sonido de la música, con lo cual los tres chavales no podían oír lo que decían. Sólo cogían algunas palabras sueltas, con las que no podían saber cómo iba la cosa. Lo que les llegaba bien claro eran las carcajadas de ella, pero siempre se reía con ganas, así que eso no significaba nada.
   

    Dos chupitos de tequila y muchas risas después, Carlos la dejó con los discos y se acercó de nuevo a ellos. En la cara llevaba escrito “ya está hecho”. Los tres lo miraron y se rieron. La tía sólo había sido agradable con él y se había echado unos tragos a su costa. La llamaron para pedirle otra ronda. Esta vez los submarinos que fueran de wisky, que pagaba el forastero, por pringao y por fantasma. Pero tuvieron que pagar ellos, además de tragarse todo lo que habían dicho, porque la camarera se acercó contoneándose, con ojos sólo para Carlos, y le dijo que estaba sola en casa esa noche, que lo invitaba, que quería comprobar si era capaz de hacer lo que le había contado.
   

    Empezó a llegar gente. Ellos, todavía sin recuperarse de la sorpresa, no dejaban de pedirle detalles de cómo lo había hecho. ¿Qué le había dicho?. Después de cobrar la apuesta y fanfarronear un rato, se apiadó de ellos y les dijo que él era el novio de la pelirroja, que les habían tomado el pelo. Habían aprovechado el que no lo conocía nadie, porque era la primera vez que iba al pueblo. La camarera se dio cuenta de la confesión y puso una gratis para suavizar la noticia.
   

    Los tres, más torcidos que otra cosa por las cervezas y los chupitos de más, pero no enfadados, se fueron a buscar a sus amigos al futbolín. Llevaban idea de recuperar lo perdido. Si ellos habían tragado, tragaría cualquiera. Para cuando volvieron al bar, no estaban ni Carlos ni ella, y encima tuvieron que aguantar las bromas del dueño, que a partir de entonces no les dejó olvidarse de que les había timado un heavy de ciudad.

APOLONIA

martes, 13 de marzo de 2012

JITANJÁFORA 28: RAYMOND CARVER

Domingo, 11 de MARZO de 2012
El VIGÉSIMO OCTAVO programa. 
RAYMOND CARVER




"Tú no eres tus personajes, pero tus personajes son tú"

Raymond Carver fue un escritor estadounidense al que se ubica dentro del movimiento del realismo sucio, con un estilo minimalista. En sus cuentos adoptó una perspectiva irónica y melancólica sobre historias y personajes cotidianos.
"la nada cotidiana"

Pero antes, estuvimos leyendo las aportaciones recibidas al reto de la Antiprosopopeya.
Colaboraron con nosotros: INDALECIO, MARÍA, PEPÍN, EL MELGARES, ANDREA Y PEPA.
Como es muy largo poner aquí los textos íntegros, os dejo que escuchéis el programa. ¡Menudo nível!

De fondo, la maravillosa voz de ELLA FITZGERALD



DADLE AL PLAY:




CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

MI TAZA
por Apolonia 
PINCHA aquí PARA LEERLO


Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington

¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

MI TAZA

"El beso" de Gustav Klimt

    El camión por fin se metió al carril de la derecha. Le había costado más de diez minutos pasar al otro camión. Lo adelantó y dejó que la pasaran todos. Se había creado una buena fila de coches. Muchos conductores, nerviosos, aceleraron de forma brusca. Ella se limitó a subir la música y mirar al frente. Ya quedaba poco para el desvío.
 
    El desayuno le bailaba en el estómago. Se lo notaba revuelto. Sólo se había tomado una taza de té negro, como todas las mañanas. En la oficina desayunaría mejor. Otro té y algo de comer. Había pasado mala noche. Tuvieron discusión antes de acostarse. Una nadería, como siempre. Pero a ella, fuera por lo que fuera, siempre le quedaba un rastro de bilis. A las cuatro de la mañana ya estaba despierta, con los ojos abiertos, sin poder dejar de mirar los dígitos rojos del despertador, y sin moverse por no despertarlo a él. Le dolía la cintura de tener todo el peso de su brazo sobre ella. Al final había conseguido, poco a poco, escaparse de la presión, y se había levantado, demasiado temprano. Había mirado por la ventana como se aclaraba el patio interior. Se veían algunas luces en el edificio de enfrente. Conforme pasaban los minutos se encendían más. Cuando escuchó como se levantaban sus vecinos de arriba, decidió meterse a la ducha.
 
    Otro camión. Pero le faltaba muy poco para el desvío esta vez, así que no lo iba a adelantar. ¿Para qué? Llegaba pronto, como todos los días. Al entrar en el carril de desaceleración se vio a sí misma, de pie en la cocina. Se puso de nuevo a verter el agua caliente en su taza. Estaba vieja esa taza, como todas las demás. Ya sólo podía verse media cabeza de Marilyn, y los colores estaban descoloridos. Habían llegado más tazas después, pero siempre usaban las mismas: ella la de Marilyn y él la de las jirafas sin cabeza.
 
    En el trabajo se puso otro té. Esta vez un té verde. Nunca tomaba café. Lo había dejado en el primer año de universidad, cuando se conocieron. Su taza favorita humeaba sobre la mesa. Su taza favorita por llevar impresa una reproducción de “El beso” de Gustav Klimt. La cogió con las dos manos, para calentárselas. Hacía frío a primera hora en la oficina. Al poco le entró un mensaje de correo. Él le pedía perdón por lo de la noche anterior. Lo perdonó, por supuesto. Ni siquiera estaba enfadada. Sólo le dolía la cabeza por la falta de sueño, así que decidió hacerse otro té. Esta vez uno negro con canela. Pero primero tenía que lavar la taza y la bolita metálica para que no se mezclaran los sabores. Al ir a entrar en el baño se desprendió el asa de la taza y se estrelló contra el suelo rompiéndose en mil pedazos. Una compañera vino a ayudarla a recoger. Le dijo que era una pena, su taza favorita, una pena. Y ella le contestó sonriendo, que no era importante, que sólo era una taza.
 
    Por la tarde al llegar a casa el fregadero estaba lleno de vajilla sucia. Se puso a fregarla. Y cuando terminó, se puso a lavar todas las tazas. Las dejó para que se secaran sobre un paño de cocina en la encimera. Él no había llegado todavía. Hoy saldría tarde del trabajo y al salir tenía algo que hacer para alguna de las mil historias en las que estaba metido. Encendió un cigarrillo. Miraba las tazas secarse. Demasiadas tazas, demasiado chillonas, demasiado estridentes. Actores, actrices, escenas de películas, personajes de dibujos animados. Abrió el grifo para apagar el cigarro, tiró la colilla al cubo de la basura y, una por una, rompió todas las tazas contra el suelo. Sin rabia. Sólo las cogía y las dejaba caer. La vecina de abajo subió a ver qué pasaba. Le dijo que tranquila, que un mal día, que había necesitado romper algo. La vecina la entendía. Vaya si la entendía. Si necesitaba hablar sólo tenía que bajar.
 
    Después de recoger el estropicio se fue de compras. Al volver él ya estaba en casa.

—¿Qué ha pasado con las tazas?
—Las he roto. Me cansaba de verlas. Ya no somos unos críos para andar con el té en unas tazas tan infantiles.
—Pensaba que ibas a decir que “se habían roto”, no que “las habías roto”
—¿Acaso tienes ganas de discutir otra vez?
—No, ni de lejos.
—Esta bien. He comprado tazas nuevas.
 
    Sacó casi una docena de tazas, todas de colores suaves, y con algún detalle delicado, minimalista.

—¿Te gustan?
—Me gustaba mi taza de jirafas descabezadas.
—Esa no la he roto.
Abrió el armario de arriba del todo, sacó la taza y se la dio.
—¿Qué te apetece para cenar? He comprado algo de pescado.
—Lo que quieras, como siempre.

    Al día siguiente, camino del trabajo, iba contenta. Tranquila, a su marcha, apenas veía ni oía a los otros coches. Sólo veía las nubes, y de vez en cuando echaba una ojeada al asiento del copiloto. Allí, envuelta en papel de regalo, con una pegatina donde ponía “porque te lo mereces”, estaba su taza favorita, con una reproducción impresa de “el beso” de Gustav Klimt.

APOLONIA

RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 13

¡Ya está aquí el DÉCIMOTERCER episodio!
Un capítulo hilarante, con nuevos personajes como Fluvi, un feto o el alcalde de Zaragoza, y que contó con nuevas voces. ¡ Andrea y El Melgares! ¡De lujo! Ahora te toca a ti seguir la historia de “La J15MJ: el amor no entiende de clases”. ¡Todo cabe!, así que no te cortes y propón alguna idea hacia el capítulo 14.Si quieres colaborar con tus ideas, ya estás tardando.

En “La J15MJ: el amor no entiende de clases”,tú decides lo que ocurrirá ahora.

¡¡A tí, que nos escuchas y lees te toca poner un comentario para decirnos cómo quieres que siga esta historia!! ¡Cualquier aportación será bien recibida! En una semana, cogeremos todas las sugerencias y elaboraremos el 14º episodio. Ya sabes, en la web de la enredadera nos puedes dejar tus ideas.

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL décimotercer CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!

Escucha, escucha...




¡Anímate a participar!

APOLONIA

viernes, 2 de marzo de 2012

RETO: ANTI-PROSOPOPEYA

Hace ya dos jitanjáforas de tiempo. Hace ya tiempo del último reto planteado y que volví a recordar en el programa de este domingo: UNA ANTI-PROSOPOPEYA.
¿Y qué es esto me preguntaréis? Pues lo contrario de una prosopopeya, en las que suponíamos comportamientos o características humanas a objetos, sensaciones, fenómenos, animales, ... Y ahora de lo que se trata es de "cosificar" o "animalizar" a una persona.
Os he dejado el ejemplo de Eduardo Manostijeras en la ilustración de la entrada. Pero las posibilidades son infinitas. ¿No os parece divertido?

Venga, animaos a participar. Todo vale. Dejad volar la imaginación. Ya sabéis que leeré todos los textos en antena. Tenéis de tiempo para enviarlos hasta el viernes 9 de Marzo. ¡No más de 50 palabras!, para que haya espacio para todos.

Leeré lo que me enviéis en el programa del 11 de Marzo.

¿Qué cómo me los podéis hacer llegar?

Los podéis dejar aquí en forma de comentario, o mandando un mensaje, ya sea a través del facebook (para quienes seáis mis amiguitos), o a través del correo electrónico a cualquiera de las direcciones siguientes, indicando en el asunto "Colaboración Jitanjáfora: anti-prosopopeya":

esencialsiempre@gmail.com
laenredadera@nodo50.org

También podéis dejarlo en la página web de "La enredadera". Tenéis el enlace aquí al ladito, pinchad encima y ya está.

Besiños!!
APOLONIA