Nunca se olvida el arte de tejer mundos en las estrellas,
de tener la luna dentro de la cabeza...
y en mi cabecita siempre hay luna llena...

viernes, 30 de diciembre de 2011

LAS MOSCAS MUERTAS HABLAN


Dibujo de Kalitos

Todos se quejaban de que el olor era insoportable. Alguien llamó a mantenimiento y vino un chico que revisó las bombas de calor. Las desmontó, las limpió, cambió los filtros, y al día siguiente cuando entramos en la oficina, olía todavía peor. Así que no era la calefacción. Las chicas de postventa torturaron a todo el mundo con un rociado compulsivo de ambientador, que aún empeoró más el asunto. Así que alguien llamó a mantenimiento de nuevo. Esta vez aparecieron dos señores, uno con uniforme de trabajo, y el otro con uniforme de trabajo también, pero encorbatado. El de la corbata daba órdenes desde abajo. El otro, sobre una escalera de mano, desmontaba el falso techo de corcho que cuelga del verdadero gracias a una especie de red metálica. No vieron nada, pero al quitar uno de los paneles, aquello dejó de oler mal para pasar a ser insoportable. ¿Algún bicho muerto? Era evidente que sí. Debía estar en la parte de los tubos, inaccesible con una escalera de mano desde abajo. Sería necesario entrar en los conductos, pero como sólo les habían pagado por dos horas de trabajo, que hay crisis, nos dejaron plantados con aquel hedor, y la sospecha de un cadáver, con la consecuente paranoia por insalubridad y posible infección o similares. Las moscas no tardaron en invadirnos. Trabajar era casi imposible. Moscas por la cara, en las tazas de café, en la pantalla del ordenador, y hasta por debajo de la mesa. Alguien llamó por tercera vez a mantenimiento. Ni caso. Y protestar no sirvió de nada. Que nos quejábamos de vicio. Que no era para tanto. ¡Qué no era para tanto! ¡Ni el guano! Ya les vale. De la crisis se acuerdan sólo para estas pequeñas cosas, que recortar recortan de lo más absurdo, pero nunca la tienen presente cuando se trata de las facturas hinchadísimas de las comidas de los jefes, de cantidades que mejor no pongo por escrito. Las chicas de postventa casi nos ahogan por la tarde, total para apenas disimular la peste entre tanto perfume de lavanda y violetas. Al día siguiente no había mejorado nada la cosa. Tampoco había empeorado, o quizás nos estábamos acostumbrando. Yo soy incapaz de matar moscas. Las aventaba todas a la esquina de la mesa en diagonal con la mía, donde está mi compañera, que las aplastaba sin contemplaciones. A mitad de mañana, por mucho que intentaba ahuyentarlas no había manera de que se largaran. Claro, sabían que al otro lado les esperaba la muerte. Una muerte rápida, pero muerte al fin. Y mira que eran gordas. Nos reíamos. Nos lo tomamos a guasa, porque ¿qué otra cosa podíamos hacer? Ella dijo: “es que las moscas muertas hablan, y les dicen a las otras que no vengan, que las mato.” Y era cierto que hablaban. Ellas nos dijeron donde estaba lo que fuera que nos apestaba, y así conseguimos que vinieran de nuevo los de mantenimiento. Una rata enorme se descomponía sobre nuestras cabezas. El hedor duró un par de días más a pesar del desinfectante. Y yo sigo siendo incapaz de matar moscas.
APOLONIA

miércoles, 28 de diciembre de 2011

RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 8

El marcianito es de AQUÍ

 ¡Ya está aquí el octavo episodio!
¡y esta vez cargado de sorpresas...!, jejeje.

En “La J15MJ: el amor no entiende de clases”, ¡ha pasado de toooodooooo! Desaparecidos, revelaciones, salidas del armario... ¡madre mía! ¡No os lo podéis perder!

¡¡A tí, que nos escuchas y lees te toca poner un comentario para decirnos cómo quieres que siga esta historia!! ¡Cualquier aportación será bien recibida! En una semana, cogeremos todas las sugerencias y elaboraremos el 9º episodio. Ya sabes, en la web de la enredadera nos puedes dejar tus ideas.

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL OCTAVO CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!

Escucha, escucha...




¡Anímate a participar!

APOLONIA

miércoles, 14 de diciembre de 2011

JITANJÁFORA 23: FERIA DEL LIBRO DE MONZÓN 2011

Domingo, 11 de DICIEMBRE de 2011
El VIGÉSIMO TERCER programa. 
FERIA DEL LIBRO DE MONZÓN

¡Cuánto tiempo!
Casi un mes sin jitanjáfora.
Y es que no he parado, de feria en feria.
Y hoy os traigo unos cuantos libros que me pillé en la feria del libro de Monzón, que tuvo lugar en Monzón los días 3, 4 y 5 de Diciembre. Os cuento acerca de ellos en el audio.
¡Todos geniales!
 

 























































De fondo, la música de la banda sonora de la película "WACHA LOS GÜEROS". Muy recomendable.



DADLE AL PLAY:


CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

TRISTES OJOS AZULES
por Apolonia
Mi hambre se alimentó del recuerdo durante el camino. Había comido los botillos y los cocidos de su madre. ¡Ojalá que ella cocinase igual de bien!. Podía masticar el olor, tocar el calor de la cocina y oler el pan untado con tocino de cuando era pequeño. Sin embargo, ella permaneció inmutable durante todo el viaje, sin hablar, con esos ojos azules, tan tristes, fijos en el horizonte del llano. Si no hubiese sido por el ruido de los cascos de su mula habría creído que iba yo solo. Me alegré cuando el tabernero de la encrucijada me dijo que aquella chica iba al mismo sitio que yo. Todavía me alegré más cuando supe de quien era hija. Pero no era muy buena compañía. Cada vez que intentaba conversar con ella, me miraba como si yo fuera transparente, o ni me miraba.

Cuando llegamos era ya de noche. No había vuelto por allí desde que mi padre había decidido, en mala hora, probar suerte en la ciudad. Me sorprendió que todo siguiera igual, como si el tiempo se hubiera parado. La misma arboleda rodeaba la casa, las mismas piedras en el camino que la atravesaba, la misma luna que jugaba al escondite con la sombra de la montaña, y el mismo frío, sin nieve, sin viento, pero capaz de petrificarle a uno los huesos. Nos esperaba un farol encendido en el portalón. Todo estaba en silencio. Ella había dejado de mirar al frente y ahora miraba abajo, hacia el polvo.

A la noche siguiente, tumbado sobre el saco que me hacía de cama, presté oídos a lo que decían los demás. Todos estaban contentos, no sólo por el cocido del medio día, el mejor que habían comido en mucho tiempo, sino porque ella se había acercado al alcornocal por la mañana, no a buscar corcho para las alpargatas como las otras, sino a recoger hojas y bellotas. Se había quedado un rato frente a los árboles del extremo por donde se pone el sol, los más jóvenes, que todavía no habían dado su primera cosecha. Y mientras ella miraba los alcornoques, estos asquerosos atesoraban imágenes para luego masturbarse a su salud.

Todos los días se acercaba por la mañana. Demasiado guapa para andar sola por el campo rodeada de hombres de bragueta floja. Muchas veces le gritaban barbaridades, pero ella nunca se volvía, nunca los miraba, nunca decía nada. Un par de veces tuvo que salir corriendo y volvió sofocada a la cocina por la carrera. Yo la defendía siempre. Me daban pena sus ojos azules, tan tristes. Las otras se reían de ella, y la criticaban. Decían que se le estaba bien, que se sentía superior, que nunca participaba de los chismes, que no se molestaba en acercarse y hacerse amiga suya.

El día que se cayó por las escaleras nos enteramos de que era muda. Lo dijo el médico mientras les echaba una bronca a todas, porque no se había caído por accidente, sino que alguien había tirado aceite justo antes de que tuviera que subir al comedor a servir a los señores, y aunque no tenía daños muy graves, podía haberse abierto la cabeza. Cuando se marchó el médico, la señora fue a su cuarto con un plato de sopa. Estuvo mucho rato. Cuando salió, nos hizo arrancar uno de los alcornoques que miraba por las mañanas y plantarlo en la arboleda. Así pudo seguir echando hojas y bellotas al cocido, que ese era su secreto, sin tener que acercarse al peligro. Si no fuera por su belleza no la habrían perseguido, ni habría despertado las envidias de todas, ni les habría importado que no hablara, ni habría en la arboleda un alcornoque.


Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington
¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 7

El marcianito es de AQUÍ

 ¡Ya está aquí el séptimo episodio!
¡y esta vez cargado de sorpresas...!, jejeje.

En “La J15MJ: el amor no entiende de clases”, un asesinato sin resolver ¿o ya está resuelto?, la pasión ¿o ganas de mojar?, los enredos, los marcianos,  y ¿quién será la vieja jipi?, se encontraron a partes iguales. ¡Ayudanos con el guión o anímate a ser uno de los actores!

¡¡A tí, que nos escuchas y lees te toca poner un comentario para decirnos cómo quieres que siga esta historia!! ¡Cualquier aportación será bien recibida! En una semana, cogeremos todas las sugerencias y elaboraremos el 8º episodio. Ya sabes, en la web de la enredadera nos puedes dejar tus ideas.

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL SÉPTIMO CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!

Escucha, escucha...




¡Anímate a participar!

APOLONIA

miércoles, 30 de noviembre de 2011

RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 6

¡Ya está aquí el sexto episodio!
¡y nos estamos empezando a poner algo espesitos con los fachas...!, jejeje.

En “La J15MJ: el amor no entiende de clases”, el debate, la pasión, los enredos, el facherío y ¡sobre todo el facherío! se encontraron a partes iguales. ¡Ayudanos con el guión o anímate a ser uno de los actores!

¡¡A tí, que nos escuchas y lees te toca poner un comentario para decirnos cómo quieres que siga esta historia!! ¡Cualquier aportación será bien recibida! En una semana, cogeremos todas las sugerencias y elaboraremos el 6º episodio. Ya sabes, en la web de la enredadera nos puedes dejar tus ideas.

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL SEXTO CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!

Escucha, escucha...



¡Anímate a participar!

APOLONIA

martes, 29 de noviembre de 2011

EL VALLE DE LAS ROSAS

 No recuerdo de donde saqué esta foto...



Muchos nos dijeron que era una leyenda, pero allí estaba: habíamos conseguido llegar al Valle de las Rosas. La vida parecía haberse detenido en aquel lugar.

Éramos tres: Todor, Mira y yo. Habíamos caminado por el interior del bosque de la ladera Norte de la cordillera, alejados del camino, tal y como nos indicó aquel abuelo en el hostal de la ciudad. Tuvimos que subir un poco para tener buena vista. La aldea de la que nos había hablado, la única aldea, estaba justo en el centro. Parecía como escondida del mundo, rodeada de campos, con tres calzadas empedradas que salían de ella y terminaban en el comienzo de los desniveles. Ninguna se dirigía hacia el desfiladero sobre el cual estábamos, y que era el único acceso viable, a no ser que se atravesaran los picos. Tras mirar un buen rato con los prismáticos, estuvimos de acuerdo en que parecía un viaje en el tiempo además de en la distancia: calles polvorientas, mujeres con pañuelos en la cabeza, hombres vestidos de negro reunidos en la plaza, y carretas tiradas por burros, como si hubiésemos retrocedido un siglo.

Empezaba a anochecer. El atardecer pretendía rivalizar en colores con los campos sembrados de flores rojas. Decidimos que lo mejor era buscar un sitio para dormir, así que cruzamos el cañón que daba entrada al valle y nos adentramos en los campos. Nos desviamos en dirección a las montañas, en busca del abrigo de los árboles y de lo que nos había parecido una cueva. Las cumbres estaban cubiertas de hielo. Mira y yo nos sorprendimos la una a la otra con la vista fija en ellas, como embobadas, abstraídas en su peculiar antropomorfismo. Todor se dio cuenta de nuestra extrañeza y comenzó a hablar. Su voz a medio tono, grave, nos acompañó hasta que alcanzamos la cueva, que parecía perfecta, y era mucho más grande de lo que habíamos supuesto. Nos contó que había un mito, el de dos hermanos, hermano y hermana, enamorados, que fueron convertidos en aquellas montañas por haberse atribuido los nombres de los dioses más grandes: Juno y Júpiter.

Montamos el campamento enseguida. Mientras comíamos algo nos dimos cuenta de que era muy poca la información que teníamos de aquel sitio y de sus gentes. Sólo que no querían saber nada de lo que ocurría fuera de allí, pero que se mostraban muy hospitalarios con los forasteros. Tan sólo queríamos conseguir algo del aceite de rosas que salía de aquel valle. En ningún otro lugar, ni siquiera con la misma variedad de flor, se había conseguido tan puro y de tan elevada calidad. Aquella gente vivía a su ritmo y no habían querido comercializarlo en grandes cantidades, así que si querías una muestra, tenías que ir a por ella. Pensamos que lo más prudente era bajar al pueblo por la mañana, mediada la mañana. Buscaríamos alguna casa donde nos acogieran y diríamos que estábamos interesados, además de en el aceite, en los mitos del lugar. En uno de los mapas que teníamos, el valle no era “de las rosas” sino “de Orfeo”, y la aldea no tenía el nombre impronunciable que aparecía en el letrero junto a la carretera, sino que se llamaba “aldea de Dionisio”, así que empezaríamos por allí.

A pesar de que no era tarde y de que estábamos acostumbrados a tener mucha actividad, empezamos a sentirnos pesados, con el cansancio asentado en el cuerpo y en la cabeza. Poco a poco dejamos de hablar. Empezó a hacer frío y la humedad, que hacía brillar las paredes de la cueva, hacía que nos dolieran los huesos y que las sombras fueran como de película de terror. No era ni media noche cuando el silencio se apoderó por completo de nosotros. Fue una noche mala: pesadillas, congojas y ansiedades. Incluso llantos contenidos. Mucho después de amanecer todavía estábamos metidos en los sacos, con temor, agitados y llenos de angustia.

A mitad de mañana unos tambores empezaron a sonar. Parecían venir del pueblo. No tardaron en escucharse voces que bajaban de la montaña. Eso nos dio el valor suficiente para ponernos en marcha. Queríamos ser discretos, pero nuestras ropas no se parecían en nada a las de aquella gente, así que nada más aparecer en la puerta de la cueva llamamos la atención como pavos reales con la cola extendida. Una mujer de edad indefinida se acercó a nosotros y empezó a hablar muy deprisa. Sólo Todor entendía lo que decía, y no muy bien, pues su lenguaje era abundante en expresiones locales. Nos increpaba con movimientos de las manos y gestos de prisa para que la siguiéramos al camino. Sin embargo algo de lo que dijo hizo que Todor volviese a la entrada de la cueva, aunque no entró, sino que la bordeó hasta el otro extremo, y lo seguí. A nuestros pies se abría una profunda garganta. La mujer había dicho que debajo de la cueva estaba la garganta del diablo, la gruta por la que se descendía al infierno. Por eso intentaba alejarnos de allí. Sentí vértigo y un frío extraño. Me costó un rato entrar en calor, a pesar de que el sol calentaba fuerte. Mientras caminábamos junto a ella hacia el pueblo, aquella campesina de flores se llevaba las manos a la cabeza y nos llamaba locos. Aquel valle, el valle de las rosas, era el valle de Orfeo, porque Orfeo no era hijo de Apolo, sino uno de los reyes que habían tenido. Su tumba estaba excavada en la roca a unos quince Kilómetros de la aldea. Habíamos dormido en la cueva donde lo despedazaron las ménades, justo encima de la gruta por donde bajó al Hades en busca de Eurídice. El único lugar maldito de todo el valle. Sin embargo, los campos estaban llenos de la música de su lira y los efluvios de su sobrenatural voz, así que todo el mundo era por allí feliz, amable y de buen talante, siempre que no se acercara a donde nosotros habíamos pasado la noche.

Los tambores anunciaban el comienzo de una boda, que iba a durar cinco días, y a la cual, por supuesto, estábamos invitados. Rechazarlo no era una opción: sería un insulto.
Estábamos frente a la excusa perfecta para nuestro propósito.

Enseguida nos acogieron como si fuésemos del pueblo. Nos agasajaron, nos vistieron de fiesta, fuimos presentados a todos y asistimos a una ceremonia en la que la novia llevaba una máscara puesta para evitar el mal de ojo. Rosas por todas partes. Todo olía a rosas y a incienso de maderas. Fueron cinco días de cordero a la brasa, pan redondo, hojas de col rellenas de remolacha, gratinado de patatas, huevos y cebolla con hierbabuena y alubias gigantes. Cinco días de culto a la música y a Orfeo, donde éramos uno más, y aún con las barrigas llenas, fuimos capaces de escuchar y aprendimos el secreto de las flores. Cinco días con sus cinco noches de culto a Baco, (o Dionisio, como lo llamaban ellos), llenas de ritos licenciosos y orgiásticos, donde aprendimos quienes éramos. Ninguno de nosotros ha regresado.

APOLONIA

martes, 22 de noviembre de 2011

EL VESTIDO AMARILLO

Acuarela de JUAN DIAZ ALMAGRO

Tengo dos días de viaje hasta Pernisom. Eso si consigo una nave en condiciones y no me han anulado la acreditación de miembro libre de la agrupación. Pongamos un día para conseguir la nave, otro día para equiparla y ponerla a punto, los dos día de viaje, y al menos otro día más para estudiar el terreno y planear el rescate. No, rescate no. Fuga. La palabra es fuga. Suman cinco. La ejecutan dentro de una semana, así que muy feas se tienen que poner las cosas para no llegar a tiempo. Cuento con Urma y Jesa para pilotar. Tamer se infiltrará al llegar: se las sabe todas. Sin él no habríamos podido conseguir el maldito Transportador Bitemporal. Mi dulce Iria. Cuanto siento no haber estado a la altura. Si te hubiese escuchado quizás no estarías ahora a punto de morir. Me siento como un idiota cuando recuerdo el día en el que viniste nerviosa, con la cara enrojecida porque habías corrido hasta casa. Esperaste a que sonara el toque de queda para decirme con los ojos que tenías algo que contarme. Yo supuse que te habrían aumentado el cupo de provisiones, o te habrían premiado con algún viaje a la luna Juterma, a descansar en los balnearios de los barros azules, o que te habrían concedido comunicaciones extras con los satélites Mirilan para hablar con tus padres y tu hermana. Después de cenar en silencio seguiste la rutina de todos los días, pero sin dejar de lanzarme miradas apremiantes. Sonreías con los ojos. Sólo cuando estuviste segura de que todo estaba dormido, te levantaste despacio, lo sacaste de tu bolso, donde estaba doblado sobre sí mismo infinitas veces, y me lo enseñaste. Era un vestido: un vestido amarillo, de tela suave, muy ligera, vaporosa, que te pusiste en la penumbra de la habitación. Las pocas luces que entraban por la ventana, procedentes de los focos de contención de las azoteas cercanas, acompañaron tu silenciosa danza alrededor de la cama. Estabas preciosa. Y yo fui un idiota, porque sólo supe asustarme, preocuparme de que pudieran verte así, con ese vestido amarillo, así que te pedí con gestos que te lo quitaras enseguida. ¿De dónde lo habías sacado? ¿Quién te lo había conseguido? ¿En qué sitios habías estado? Me aterraba tu sonrisa de felicidad. El amarillo es tu color. Me decía: no, no, no. Porque aquello era infringir la ley de mil maneras. Pero a ti no te importaba. Te pusiste un dedo sobre los labios en señal de silencio, subiste a horcajadas sobre mí, cogiste mis manos y me hiciste acariciarte a través del vestido. Te inclinaste y, arriesgándote a ser oída, me dijiste en un susurro que no pensabas quitártelo, que te lo quitara yo, pero que lo que querías era echar un polvo con él puesto. Yo no podía creer lo que estaba pasando. Aquel vestido te había vuelto atrevida y primitiva. Conseguiste contagiarme a pesar de mi autocontrol. Me regalaste la noche perfecta. Pero cuando quisiste contarme, cuando quisiste compartir conmigo tu secreto, te pedí que te deshicieras de él. Era demasiado arriesgado. No dijiste nada. Sólo volviste a ser la de antes. A los pocos días se filtró la información de que alguien había conseguido utilizar la energía de la brecha Bitemporal que rasgaba el agujero negro de Nadei, y que habían construido un transportador. Nunca imaginé que tú pudieras tener algo que ver con eso. Ni se me pasó por la cabeza que el vestido amarillo podía tener la más mínima relación con algo así. Empezaron a correr rumores sobre gente que había desaparecido, sobre extraños artilugios en el mercado negro, sobre detenciones en las afueras, luces extrañas en algunas zonas despobladas, y sobre esperanza, una palabra que carecía de significado entonces para mí. Yo no hice mucho caso de todo aquello. Seguí con mi vida como siempre, pero tú estabas muy rara. Fui un idiota porque pensé que estabas enferma, así que te dije que deberías ir al médico. Me agarraste fuerte por la muñeca y me miraste con intensidad, sin pestañear, como si quisieras entrar dentro de mi cabeza, pero creyéndote febril yo te mandé a la cama con una aspirina. Al día siguiente cuando me desperté ya te habías ido. Al día siguiente te detuvieron. Registraron la casa y encontraron el vestido amarillo. Yo me quería morir. Mi dulce Iria, se que eres fuerte, más que yo, pero también había oído lo que ocurría en los interrogatorios, y me quería morir. Tamer me captó: me encontró, me sacó de la ciudad, me lo contó todo y consiguió hacerme llegar un mensaje tuyo donde me pedías que creyese, donde me decías que me querías, donde me dabas esperanza. Así que aquí estoy, con la intención de ir a buscarte, de no perder esa esperanza que me has regalado, de sacarte de allí y desaparecer contigo en uno de esos pasados bitemporales que otros han construido, dispuesto a emprender este viaje. Quiero salvarte, salvarme contigo. Para cuando regresemos he dejado listo el transportador, con el paso temporal programado, con una maleta llena de vestidos amarillos, para que hace un millón de años, podamos empezar de nuevo.
APOLONIA

sábado, 19 de noviembre de 2011

LA BIBLIOTECARIA


Ilustración de Eduardo Estrada

No había nadie. Sólo estaba ella, sentada en la mesa del fondo, el pelo recogido en un abultado moño, haciéndola parecer mayor, la mirada fija en las páginas de un libro antiguo. El sol entraba por la ventana que había a su espalda, y arrancaba reflejos cobrizos de su pelo, esparciéndolos por los lomos de los libros que atestaban las infinitas estanterías de la biblioteca. Lo miró, ahí parado en la puerta, sin atreverse a ensuciar el suelo con el barro de sus botas. Había venido corriendo desde la obra, estaba sin aliento, no conocía las palabras adecuadas y aquel silencio le intimidaba. Se acercó a él sin apenas mover el aire y le preguntó sin hablar. Se lo dijo casi con brusquedad, con prisas, pero la expresión en su cara no cambió. Señalándole la silla más cercana con la mano extendida y los ojos le pidió que se sentara, que la esperase. No podía cerrar la biblioteca sin más. Ya no faltaba mucho para la hora. Se dirigió despacio a la mesa del fondo de nuevo, se sentó en el mismo lugar en el que estaba antes de que la interrumpiera, cerró el libro, puso las manos sobre él y clavó la vista en un punto indeterminado de la estantería de historia. No podía dejar de mirarla mientras estrujaba la gorra bajo la mesa. Procuraba que no le temblaran las piernas, pero no podía evitarlo, y cada poco rato tenía que poner las manos sobre las rodillas para frenarlas. Por fin se escuchó a lo lejos el reloj del Ayuntamiento. Uno, dos, tres, hasta ocho. Cuando terminó de alejarse el eco de la última campanada, se levantó, dejó el libro en su sitio, bajó las persianas, comprobó dos veces que todas las ventanas estuvieran bien cerradas, apagó la calefacción, se puso el abrigo, revisó el bolso, comprobó que había apagado la calefacción, y le dijo que ya podían irse. Mientras giraba la llave en la cerradura, sin apartar la vista de ella, y sin cambiar la expresión de su cara, le preguntó: Y ¿cómo dices que ha muerto mi marido?.

APOLONIA

martes, 15 de noviembre de 2011

JITANJÁFORA 22: NOVELA NEGRA

Domingo, 13 de NOVIEMBRE de 2011
El VIGÉSIMO SEGUNDO programa. 
NOVELA NEGRA

¿Conoces la novela negra?
¿Sabes dónde y por qué surgió este sub-género literario?
¿Sabes qué la diferencia de la novela policíaca?
¿Sabes por qué se llama "novela negra"?

PETER MAY: "La novela negra es una exploración del alma humana" 
 
De fondo, la música de la banda sonora de la película "CHINATOWN". Muy recomendable.



DADLE AL PLAY:


CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

La guitarra
por Apolonia
Allí todos sabían tocar. Por eso el verdadero concierto empezó después, en los camerinos, alrededor de la mesa llena de latas de cerveza y porciones de pizza a medio comer. Las tres habitaciones y el pasillo que llevaba a las duchas del complejo, estaban atestados de gente. Amigos de amigos y fans, algunos ni siquiera habían pagado entrada, con el pase al back stage conseguido a golpe de teléfono para tener cena gratis. Ella nunca había estado en un sitio así. Nunca tras el escenario, nunca después de una actuación, nunca con ese tipo de gente. Se sintió decepcionada porque esperaba otra cosa, como bebidas caras, sillones de cuero negro y trajes de diseño. Aprovechó que nadie le hacía caso a la comida ni a ella para llenarse la mochila de pastelitos de chocolate y frutos secos. Localizó al amigo de su amiga, el segundo guitarra, , para que le presentara a los demás. Hacía mucho calor a pesar de correr el aire desde el río a través de las ventanas abiertas de par en par. Demasiada gente. Dos besos a cada uno y quítate del medio. Alguien la empujó cuando todos se revolucionaron al llegar la mujer del cantante. Traía un regalo de cumpleaños: la carísima guitarra que desaparecería más tarde. Otro empujón. Esta vez se hizo daño en la pierna con el canto de la mesa. No se quedó mucho rato. Tampoco tenía nadie con quien conversar, ni siquiera con el amigo de su amiga, porque lo había conocido aquella misma tarde, poco antes de que abrieran las puertas del concierto. Además, le agobiaban las risas exageradas por el alcohol y las drogas. La música que venía de alrededor de la mesa, no compensaba el ruido, ni tampoco la presencia de tantos babosos faltos de sexo. Se sentía invisible, fuera de lugar, por eso alrededor de media noche ya estaba en casa, así que no, no sabía cómo ni cuando podía haber desaparecido la guitarra, que ni siquiera había llegado a ver con el tumulto. Sentía que el tal “Lini”, que para ella no era “Lini”, sino el Tomás, el amigo de su amiga, hubiera aparecido ahogado en el río dos días después, y sí, era muy fan del cantante y del primer guitarra, pero ella de guitarras entendía lo mismo que de fontanería, o sea nada.

No la entretuvieron mucho. Estaban interrogando a todos los que estuvieron aquella noche en los camerinos de “Las Playas”, pero ella no era sino una fan a la que habían colado y que tan sólo quería que le presentaran a los del grupo. Casualidad que tuviera una amiga en común con el segundo guitarra, casualidad que fuera el muerto. Desde luego, aquella universitaria de vaqueros y mochila, con el pelo recogido en una coleta y sin la más mínima presencia de maquillaje en la cara, no parecía sino lo que era: una cría.

Volvió despacio, dando un paseo. Antes de subir al piso decidió tomarse un vino con la camarera del bar de abajo y contarle como le había ido por comisaría. Cuando empezó a llegar el rebaño habitual, se despidió con una excusa: tenía la casa demasiado desordenada. Al entrar por la puerta se le echó encima el olor a cerveza y tabaco. Se miró con un mueca en el espejo del recibidor, lanzó el bolso a un sillón y se tiró sobre el sofá con el mando de la tele en la mano. En ningún canal había nada que le apeteciese ver, así que la apagó. Recorrió la habitación con la mirada. Pensó que la excusa era una certeza, porque tenía que darle un buen repaso a la casa. Después de los últimos días parecía una mezcla entre puesto de ropa en el rastro y barra comunitaria en las fiestas del barrio, con la ropa tirada de cualquier manera por todas partes, comida, latas y platos sucios en cada rincón. Pero encima de la mesa grande no había ni desorden ni suciedad. Se levantó y se acercó a ella. Al levantar la guitarra y leer el pos-it rosa que había pegado en ella, una sonrisa imprecisa se dibujó en su cara: “Para la más bonita. De tu Lini”.


Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington
¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

RADIO NOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 5

¡Ya está aquí el quinto episodio!
¡qué risas, qué nervios, qué asesinato...!, jejeje.

En “La J15MJ: el amor no entiende de clases”, el debate, la pasión, los enredos, el facherío y ¡hasta un asesinato! se encontraron a partes iguales. Felicitaciones desde aquí a Pati, Pep4, Robin Jud, XCar, Mari Mar, Carlos y Pum porque lo hacen cada vez mejor y ¡engancha la historia!.

¡¡A tí, que nos escuchas y lees te toca poner un comentario para decirnos cómo quieres que siga esta historia!! ¡Cualquier aportación será bien recibida! En una semana, cogeremos todas las sugerencias y elaboraremos el 6º episodio. Ya sabes, en la web de la enredadera nos puedes dejar tus ideas.

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL QUINTO CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!

Escucha, escucha...




¡Anímate a participar!

APOLONIA

martes, 8 de noviembre de 2011

LOS ÁNGELES DE XCHARLIE


Con paso firme llegaron las tres a La Noche Sin Techo de Ateca. Dos morenas y una pelirroja. Una melena larga en dos coletas y dos melenas cortas. Pantalones y botas. Porque siempre están a favor de ir cómodas sin dejar de sentirse estupendas. Eran Vampi, Volvoreta y Pumpy. Vampi corrió tras un pavo real, porque siempre está a favor de una buena foto, Volvoreta se quedó en la puerta fumando, porque siempre está a favor de echar un cigarrillo, y Pumpy entró dentro porque siempre está en contra de pasar frío. No tardaron mucho en ser inmortalizadas en el mural que dibujaban Moratha, XCar y Crucis. Primera viñeta, las tres, paso firme, llegando, felices, porque siempre están a favor de las fiestas, bautizadas como… tachán, tachán, … ¡los ángeles de Charlie!. Una X convirtió a XCar en el hombre invisible gracias a Vampi. Pasaba el rato. Ellas vigilaban los tebeos mientras viñeta tras viñeta eran representadas cada vez más borrachas. Encantadas por la vanidad de ser elegidas como musas, no dejaban de reir a pesar de estar siendo inmortalizadas como beodas, pues siempre están a favor del atopismo, como admiradoras que son del insigne Chefo. Y también quedaron encantadas con el arte del que hicieron gala los pekes del lugar poniéndoles parches, dejándolas tuertas y vistiéndolas de colores imposibles cuando pintaron el mural. Ellas les acercaban los rotuladores y les animaban, porque siempre están a favor de la imaginación y la magia de inventar.

No por cansancio ni aburrimiento fue que se marcharan antes de la cena. Pumpy conducía, así que no podía emular la borrachera representada en el papel. Vampi y Volvoreta, solidarias, tampoco bebieron y regresaron con ella, porque aunque siempre están a favor de una buena fiesta, están siempre en contra de que sus amigos no puedan disfrutar de ella.




APOLONIA

lunes, 31 de octubre de 2011

JITANJÁFORA 21: ROALD DAHL

Domingo, 30 de OCTUBRE de 2011
El VIGÉSIMO PRIMER programa. 
ROALD DAHL

¿Conoces a Roald Dahl?
¿Sabías que medía casi dos metros?
¿Sabías que fue aviador?
¿Conoces sus libros infantiles?
¿Y sus libros para adultos? 




DADLE AL PLAY:


CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

Un eclipse más y una jirafa menos
por Apolonia

Dibujo de XCar


Fingió estar dormida, no se le fuese a antojar a su madre darse vuelta por el cuarto. A duras penas había conseguido mantenerse despierta, a base de recordar los colores aprendidos ese día, y de contar del menos doce al doce, saltándose, porque nunca los recordaba, del siete al diez, hasta que su hermano y su padre habían vuelto. Se habían llevado a la Pepa con ellos, colgada con un gancho de la mochila de las excursiones. Qué nervios, ahora que el tato ya era mayor de forma oficial, se suponía que la Pepa sería para ella sola.

Con la puerta entreabierta podía oír lo que decían, muy bajito, allí en la cocina, y podía también oler el chocolate y el café que su madre había preparado para calentar las manos y las tripas, que allá en el campo, en lo alto del monte que se ve en medio de los pinos , el que llaman “La torta el flan”, porque tiene forma de flan, debía de hacer un frío terrible. Cuando escuchó “vamos a dejar a la Pepa con tu hermana, bien tapada, que también tiene que entrar en calor”, cerró tan fuerte los ojos que le dolieron las pestañas.

Su hermano se adentró en el pasillo solo, porque “ahora ya soy mayor”. Se acercó despacio a la habitación, como si anduviera de puntillas, y se quedó unos momentos parado en la puerta, que a ella le parecieron infinitos porque se cansaba de apretar los párpados.
- Sé que estás despierta –le dijo mientras entraba e iba hacia la cama.
- ¿Cómo lo sabes?
Los dos hablaban en susurros para que sus padres no los oyeran.
- Por como respiras.
- ¿Y cómo respiro?
El tato se quedó callado sin soltar a la Pepa. Ella, sentada en la cama, la agarraba por el otro lado, mirándolo a los ojos con los suyos muy abiertos porque la habitación estaba a oscuras.
- ¿Me prometes que la cuidarás?
- ¿De verdad es mía, para mi sola, para siempre? ¿No vas a volver a jugar con ella? Porque aunque sea mía para mi sola para siempre, puedes jugar con nosotras.
- Se supone que jugar con jirafas de peluche no es de chico mayor. El papa me ha hecho dejarla en el coche mientras íbamos a la Torta.
- ¿Y cómo ha sido? ¿Qué ha pasado? ¿Qué has visto?
- He pasado mucho miedo. Estaba todo oscuro, y luego negro. Pero duérmete anda. Y cuídala bien.

Se arrebujó bajo las sábanas enroscándose. Sabía que el tato le contaría lo de aquella noche a trozos sueltos, a ratos largos, sin dejarla encajar bien las cosas, así que miró su reflejo en los ojos de cristal de la Pepa para no dormirse y se puso a escuchar, bien atenta, más que en la escuela cuando hablaba la señorita. Pero aunque la curiosidad que sentía era muy grande, el cansancio ya se dejaba notar. Era muy tarde. De vez en cuando se sobresaltaba dándose cuenta de que se había dormido unos momentos, no sabía por cuanto tiempo. Aún así consiguió enterarse de que su padre, para hacer mayor al tato de forma oficial, lo había llevado a ver un eclipse, y que había sido sobrecogedor. ¿Qué sería sobrecogedor? ¿Y qué sería un eclipse? Sobrecogedor sonaba malo malo, así que seguro que un eclipse era una especie de monstruo, el más terrorífico de todos. El que repitieran tantas veces “miedo y “oscuridad” la hizo afianzarse en su teoría. El tato dijo que todo estaba muy negro allí en la Torta el Flan, que el silencio era terrible. No tanto, no tanto. Su padre se reía mientras contaba que se podían escuchar los ruidos de los coches en la autopista, y que se veían las luces de los faros a lo lejos, a toda velocidad. Luego el tato dijo que no conseguía reconocer apenas nada allí, y que notaba más que nunca las pocas cosas que le resultaban familiares, como el sabor del bocata de tortilla, mezclado con el olor del romero y el tomillo del monte que le llegaba con el aire frío de la noche. “Y aunque ha pasado mucho miedo, se ha portado genial”, añadió su padre, “porque ha resistido la tentación de cogerme de la mano varias veces”.

Cuando se apagó la luz de la cocina intentó dormirse, pero de pronto estaba muy despierta. Besó a la Pepa. La imaginó allí, en el asiento del coche, tan sola, y con frío, asustada porque las voces se alejaban. La besó otra vez. Los besos le sabían a jabón y pinturas de cera. Siguió besándola hasta que los ruidos se apagaron del todo en la casa. Entonces tomó una decisión. Se levantó, y descalza, de puntillas, intentando que no se la oyera lo más mínimo, fue al cuarto de su hermano. Todavía estaba despierto. Desde la cama la miró sorprendido.
- Tato, tenemos miedo. ¿Podemos dormir aquí contigo? ¿Es de chico mayor cuidar a tu hermana pequeña y a la Pepa?
Sin contestar, él abrió la sábana y la ayudó a subir. Se quedaron dormidos enseguida, abrazados, con la Pepa entre los dos.

Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington
Y planteamos un RETO: FINALES ALTERNATIVOS A CUENTOS TRADICIONALES 
¡Mándanos tu final!

¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

RADIO NOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 4

¡Ya está aquí el cuarto episodio!
¡qué risas, qué risas!, jejeje.
Todo gracias a Pati y Nacho esta vez, que fueron los guionistas.

En “La J15MJ: el amor no entiende de clases”, el debate, la pasión, los enredos y el facherío se encontraron a partes iguales. Felicitaciones desde aquí a Pati, Pep4, Robin Jud, XCar, Serchio, Carlos y pum porque quedó un capítulo muy divertido. ¡¡A tí, que nos escuchas y lees te toca poner un comentario para decirnos cómo quieres que siga esta historia!! ¡Cualquier aportación será bien recibida! En una semana, cogeremos todas las sugerencias y elaboraremos el 5º episodio que radiaremos en quince días. Ya sabes, en la web de la enredadera nos puedes dejar tus ideas.

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL CUARTO CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!

Escucha, escucha...


¡Anímate a participar!

APOLONIA

martes, 18 de octubre de 2011

JITANJÁFORA 20: EL MARQUÉS DE SADE

Domingo, 16 de OCTUBRE de 2011
El VIGÉSIMO programa. 
EL MARQUÉS DE SADE




Cuando se ha perseguido a un escritor durante más de 150 años como si fuera un personaje cruel e inhumano, se espera, en lo que concierne a la descripción de su vida, algo así como la biografía de un monstruo. Pero la vida del marqués de Sade resulta mucho menos aberrante de lo que uno teme y lo que realmente puede calificarse de espantoso es el destino que le acechó mientras vivía.
Walter Lenning, Biografía del marqués de Sade (primer párrafo)

DADLE AL PLAY:


RETO: LOS LIBROS DE NUESTRA VIDA

“El amor por la lectura es algo que se aprende pero no se enseña. De la misma forma que nadie puede obligarnos a enamorarnos, nadie puede obligarnos a amar a un libro. Son cosas que ocurren por razones misteriosas, pero de lo que sí estoy convencido es que a cada uno de nosotros hay un libro que nos espera. En algún lugar de la biblioteca hay una página que ha sido escrita para nosotros”.
Alberto Manguel

¿Algún libro importante en vuestras vidas? ¿De esos que asociáis con una vivencia? Por ejemplo... yo leí "cien Años de Soledad" a medias con XCar cuando nos conocimos por los parques de Zaragoza... el del Manicomio, el parque Grande, tirados en la hierba y en los bancos... ainsss que tiempos...

Diego Sangrós: ‎"El retrato de Dorian Gray". Lo leí y me sucedian cosas relacionadas con el libro. Algo parecido a "La historia interminable" de la satisfacción de los sentidos.  ‎"El centauro en el jardín" y comprendí lo que significa ser distinto

Yolanda Villajos Manzanedo: Un mundo feliz A.Huxley...me da miedo!

Vampi Monahan: Hace mil años me leí "La insoportable levedad del ser". Aún me sigue ayudando a entender y a sobrevivir en este fabuloso mundo de las relaciones complicadas! XDDD Y el cómic "The Sandman" es válido para cualquier crisis existencial. Si no la tienes, te la provoca instantánemente!!! :)

M Felipe Gil Marín: El Hobbit... El primer libro que compre... Tenia menos de... 12 años... El Sr. de los Anillos... El verano de mis "dulce" 14... La historia interminable... Lestat El Vampiro... Dracula... Stardust... El Club de la Lucha... Y tantos que estan aun por venir...

Manuel Domínguez Añón: el jinete polaco,por mis padres, ulysses, porque todavía tengo la boca abierta, luz de agosto, por un amigo, y el fantasma de palacio, por ser el primero

Burbu Burbuja Supernena: ‎"L'incal noir" de Moebius y Jodorowsky, me lo trajo mi tío que entonces vivía en Francia y todavía lo guardo como un tesoro. Y todos los libros de Ray Bradbury que coleccioné a medias con Víctor cuando nos conocimos, casi todos de segunda mano.

Inda, Indalecio: Para mi colaboración para Jitanjáfora voy a hablarte del libro "La voz dormida" de Dulce Chacón. Intentaré resumir un poco porque es largo. Lo empecé a leer a recomendación de mi madre en los años estos que estaba trabajando fuera de casa de un sitio para otro. Entonces me mandarón a trabajar a la zona de Mérida y como me quedaba en el centro de la zona me quedé en Zafra e iba leyendo a raticos por la noche. Un día me dió por leer la biografía de la contraportada de la Chacón y ¡oh casualidad,designio del destino! resulta que la Chacón es de Zafra. Cuando iba a terminar el trabajo ¡oh casualidad, triste designio del destino! que rompí el coche por un camino (la única vez y de la forma más tonta). Me mandaron a arreglarlo al pueblo de al lado, los Santos de Maimona, de donde era una de las protagonistas del libro y había de pasar por uno de los sitios que mentaban (el puente por donde le tiraron a los hijos durante la guerra o algo así). Lo que parecía una casualidad positiva era que entre un trabajo y otro tenía cuatro días entre medio que coincidía que operaban a mi padre y podía ir sin tener que estar pidiendo complicados permisos y relevos. Pero el coche no lo podían arreglar hasta dentro de varios días por falta de una pieza, así que me busqué la vida para volver en tren. No me acuerdo donde iba con el autobús para coger el tren, pero al ir a subir al autobús no me hacía ni caso el conductor, así que pasé al fondo. A lo que me di cuenta estábamos en Badajoz y yo sabía que por allí no había que pasar, así que pregunté a los de delante yme dijeron que tenía que haber parado en Almendralejo, que si no me lo había dicho el chófer,pero ¡oh funesto sinsabor del destino! el chofer no me había hecho ni puto caso, con lo que tuve que volver sin tiempo para ir y volver a Zaragoza en tiempo de la operación, quedando aislado en el pueblo de origen de la autora del libro.

Esto es, más o menos, es un chorrazo, pero es que semejante cúmulo de casualidades no es normal, además con el bajonazo de una cosa y lo triste que es el libro casi entro en estado de depresión, además ya con el coche arreglado me fui el fin de semana a Huelva capital que es donde iba a trabajar y es una ciudad tan fea que es depresiva en si.
El caso es que durante estos años se me daban muchas casualidades y las cosas parecía que pasaban por donde iba yo. Por ejemplo cuando estuve en Sort y la Pobla de Segur en el Pirineo de Lérida me llevé un libro de desertores también el la guerra civil y eran muchísisimos casos en esa zona, que se pasaban a Francia. Luego, cuando estaban los ladrones esos en la cárcel de Alhaurín de  la Torre yo iba a la subestación de Red Eléctrica de esa localidad. También cuando pusieron la bomba en el cuartel de Durango adivina donde paraba yo muchos días a tomar café. ¡eh! ho pienses mal, que yo no arreglo mis problemas con bombas. Dejo que se pudran hasta que salen de la forma más lamentable. (esto último es broma pero me gusta como queda).



CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

Cinco minutos
En estos momentos tengo cinco minutos tranquilos. Nada mejor para pasarlos que imaginarla, y olerla. Tengo su olor grabado. No su perfume, ni el perfume de sus cremas, sino el suyo, el que desprende desnuda sobre la cama después de haberla hecho sudar y que me haya hecho sudar ella a mí. Habrá pasado un rato en la fábrica, como todos los días, organizando el trabajo allí abajo antes de subir a su oficina, y aunque dice que esas cosas le parecen irreverentes delante de según que gente, después de cómo la he despertado seguro que estaba pensando en echar otro polvo conmigo. Le encanta estar rodeada de hombres, entre vigas y tornillos, y pensar en ser embestida por mí. Me lo confesó con cara de niñita buena el otro día después de hacerme la mamada del siglo mientras nos dábamos un baño juntos. Con cara seria y aire marcial, enfundada en esa falda negra que le marca un culo de campeonato, habrá recordado mi erección, con el coño ardiendo y los pechos en pie de guerra. Qué grande mi pequeña Elena, dando órdenes a un montón de tipos que no tienen ni idea de lo follable que es, que ni se imaginan que esa especie de señorita Rottenmeyer, mientras les dice lo que tienen que hacer y la odian por ello, está imaginando que juego con su culito, que lo hago mío, que le gusta y me pide más y más. Que está recordando que de madrugada la he despertado abriéndola de de piernas y he jugado con su clítoris haciéndolo retroceder y buscarme, buscarme y retroceder, hasta que me ha pedido por favor que la follara de una jodida vez.
 
Quiere organizarse para poder verla en Enero. Le gustaría hacer un viaje con ella, salir de la ciudad, descubrir sitios. Ir a algún lugar en el que no hayan estado ninguna de las dos y tener orgasmos en cada rincón. Me pone muy bruto imaginarlas juntas. Como aquella noche. Y qué bruja es, porque me puso ojitos y se abrió la blusa mientras me decía con esa boca suya tan roja que tendría que ser un viaje corto, porque no tardaría en echar de menos mi polla. No me importa que se haya liado con Carla. Sigo siendo capaz de ponerla cachonda por la noche y por la mañana, pero me consta que necesita divertirse, como yo. También las podría convencer para irme con ellas. Aquella noche, los tres,... no estuvo nada mal. Quizás habíamos bebido demasiado, pero las copas me parece que no fueron más que una excusa. En el fondo, aún sin haberlo hablado, sabíamos lo que iba a acabar pasando. No fue ninguna sorpresa despertarnos en plena resaca a la mañana siguiente en un revoltijo de brazos y piernas, sonrientes y con los cuerpos calientes. Siempre había querido hacer un trío, y ellas también.
 
Seguro que la pobre lleva un calentón tremendo. Me temo que se ha ido con ganas de más guerra, pero sino llegaba tarde. Aún me acuerdo cuando me dijo que se estaba viendo con Carla. Le costó decírmelo porque pensaba que me sabría malo o que me cabrearía. Yo creo que pensaba que andábamos también follando a sus espaldas. Ya sabía que se veían, y le dije que yo también me veía con ella. Menuda mujer que es. Creo que tiene motor para los dos, por separado, juntos o revueltos con otros tantos. Lo único que me jode es que no haya vuelto a repetirse el trío. Ellas andan todo el día enviándose mensajitos que las alteran, que les hacen clic en la cabeza y les desatan las fantasías y los deseos. A veces incluso, sus cuerpos se adelantan al clic de sus cabezas, y descubren que sus bragas están mojadas antes de ser conscientes de que se me han puesto cachondas. Y yo me aprovecho de ello por partida doble. Al principio era una sensación extraña, pero no veas lo bien que sienta encontrarse dos coños calientes y ya húmedos, con urgencias, y casi todos los días. Desde luego que no me importa que se hayan liado, aunque me gustaría volver a tenerlas a la vez a mano, y pasar de la una a la otra a placer o mirarlas mientras se tocan y se lamen ellas. Eso sí que me pone bruto.
 
Mierda, el jefe, ¿qué demonios querrá?, ni cinco minutos tranquilos. A ver si ésta se quiere relajar un poco, porque llevo una empalmada difícil de disimular. Espero que nadie se de cuenta. Vaya, Elena le ha mandado un mail a Carla y me lo reenvía. Mi jefe puede esperar dos minutos más. A ver qué le dice: “¿Qué te parece si intentamos escaparnos un fin de semana a algún sitio y cambiamos de escenario?. ¿Qué prefieres, solas o acompañadas?. Es por contar o no con él, que ya sé que tampoco le harías ascos. Ya me dirás. Creo que los tres andamos fantaseando con repetir lo de aquella noche”.
 
Joder Carla, ¡dile que acompañadas!. Estoy deseando que me hagáis de todo, y hacéoslo yo también a vosotras. Pero ahora será mejor que trabaje un poco. Venga Pablo, abróchate la chaqueta, y deja de pensar en Elena sin bragas y en Carla de rodillas. Un mensaje. Mi jefe debe haberse cabreado. Joder no, que es de Carla: “¿Nos escapamos este fin de semana los tres a algún sitio y cambiamos de escenario?”.


Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington

¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

RADIO NOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 3

¡Ya está aquí el tercer episodio!
¡Y menuda la que se ha líado!
Los personajes se mezclan y se ven envueltos en situaciones más que divertidas. Las colaboraciones para el guión fueron geniales, y Pati las amalgamó sabiamente. El resultado... de risas y más risas

Escucha, escucha...

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL TERCER CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!



¡Anímate a participar!

APOLONIA

miércoles, 12 de octubre de 2011

JITANJÁFORA 19: ANTONIO MUÑOZ MOLINA

Domingo, 02 de OCTUBRE de 2011
El DECIMONOVENO programa. 
ANTONIO MUÑOZ MOLINA

DADLE AL PLAY:



Antonio Muñoz Molina
Foto sacada de su BLOG

Mi amigo E. Dédalo, escribió un texto maravilloso, autobiográfico, que entre otros protagonistas, contaba con "El jinete Polaco", libro, también bastante autobiográfico, de Antonio Muñoz Molina, escritor español, uno de los más importantes de nuestros tiempos en lengua española diría yo.  De fondo, como pequeño homenaje a este escritor que tantos momentos mágicos me ha regalado, la música de Thelonious Monk.

CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

A MI MEJOR DESCONOCIDO
POR E. DÉDALO



Me tropecé con Antonio Muñoz Molina hace 15 años, no sé decir si fue por casualidad , ya que encontré sobre la mesilla de la habitación de mis padres “El jinete polaco” cuando buscaba en una casa vacía, en un hogar recién arrasado por la muerte de ambos, algo que me hablase de ellos, que me permitiese seguir sintiéndolos cerca. En menos de un mes y medio, mis hermanos pequeños y yo perdimos a nuestros padres, nos quedamos solos, nuestra vida, hasta entonces agradable, segura, confortable y llena de cariño, dejó de existir. Dejamos la casa, nos trasladamos a vivir con nuestra abuela paterna y una de sus hermanas, y con estas dos heroicas ancianas, entonces convertidas de nuevo en madres de tres chicos de 18, 14 y 9 años, comenzamos a dar los primeros pasos vacilantes, desorientados, arrasados por el dolor, en una nueva vida, totalmente distinta a la que conocimos hasta entonces, llena de pena, de silencio y de una luz mortecina. Es casi imposible describir la intensidad y la angustia que sentía ante un futuro que por primera vez estaba plagado de interrogantes. En estado de shock, descubrí que me había hecho adulto. Mis padres no podrían ayudarme nunca más, no podría volver a hablar con ellos, estaba sólo, y el peso de la responsabilidad de la vida de mis hermanos, ahora a mi cargo, era tal que durante mucho tiempo no fui capaz de tomar una decisión, por simple que esta fuera, sin sentir la ansiedad y el vértigo de caminar al borde del abismo, aterrorizado ante la posibilidad de equivocar su camino, de terminar de demoler el resto de sus vidas.
Necesitaba a mis padres, necesitaba encontrarlos de alguna forma, sentir que yo había guardado parte de su fuerza, de su capacidad, que había una conexión entre mi vida en una familia que me había hecho sentir especial, seguro, que me había dado firmeza de carácter, en la que me sentía querido, valorado, rodeado de personas similares a mí, que me regaló el privilegio de apreciar el conocimiento, que me descubrió la literatura y en la que aprendía soñar, y más tarde a ser libre, honesto, persona, y el chaval muerto de miedo incapaz de dar un paso, inseguro, pusilánime, perdido, convencido de ser un impostor incapaz de hacer nada por los suyos, desquiciado por la incomprensión de unas personas a las que apenas conocía más allá de los lazos de sangre, tan distintas en todo a nosotros, tan recelosas de mi carácter, con una visión de la vida que poco o nada (pensaba entonces) tenía que ver con la mía, y que tantos problemas causaba.
Con esta necesidad llenándome el pecho caminaba hasta mi casa, abría la puerta aterrado y franqueaba el umbral. La casa respondía al golpe seco y fuerte de la gran puerta de madera al cerrar con un silencio ensordecedor y una oscuridad fría impregnada ya del olor húmedo del pasado, que enrarecía los todavía familiares aromas que parecían haber quedado atrapados, detenidos en el tiempo. Lloraba, sentía rabia, y buscaba frenéticamente algo que me los trajese de vuelta, algo que me permitiese hablar con ellos por última vez, que me dijese que sí, que podía, que ellos estaban allí. A pesar de mi nada espiritual interior, a pesar de mi ateísmo y mi inexistente fe en el más allá, deseaba que ocurriese el milagro, que por una vez, algo sucediese. Rebuscaba en los cajones, miraba álbumes de fotos, olía la ropa de los armarios, que acariciaba para sentir el tacto familiar de un abrigo o una camisa, tan diferentes ahora, tan fríos, vacíos, pero suyos, todavía suyos.
De alguna forma, ese milagro ocurrió cuando encontré “El jinete polaco” sobre la mesilla del dormitorio de mis padres. Las gafas de mi padre descansaban encima de la portada. Lo abrí con reverencia y observé otro signo que me decía que mi madre había leído ese mismo libro: las esquinas de algunas hojas estaban dobladas allí donde había ido dejando la lectura. Marcada así en la segunda lectura, estaba la página número 29, el día en que mi padre había muerto. La última página que había leído.
Desde muy niño fui un lector ávido, animado por mis padres, con el tiempo la lectura, la literatura, se convirtió en una pasión para mí. Sin ser nada grandioso, mis padres se habían ido haciendo con una biblioteca razonablemente extensa elegida con bastante buen criterio, y aunque nosotros teníamos, digamos, una sección de libros de aventuras, de ejemplares del barco de vapor que se acumulaban cambiando la tonalidad a medida que íbamos creciendo, de cómics de Astérix, El Capitán trueno, mi curiosidad hizo que fuese bastante precoz a la hora de perderme en las páginas de todos aquellos libros, mi idilio con la literatura, a pesar de mis dieciocho años, era profundo. Nunca fui un deportista, nunca me interesó el fútbol o las motos. Fui, en ese sentido, un chaval rarete, freak, diríamos hoy, con una gran imaginación y más interés por Juan Ramón Jiménez, Bécquer, Julio Verne, Emilio Salgari, y cientos de autores cuyos nombres no recuerdo, que por lo que podría ser estándar en chicos como yo.
Aquel libro era algo místico. Aquel libro era mi linea de vida, mi charla compartida con ambos, el espacio en el que podría sentirlos cerca, cómplices, podría compartir aquella historia que ambos habían compartido. Mi padre, más dado a Machado y a Khalil Gibran, lo había abierto y se había sumergido en él porque mi madre se lo tuvo que sugerir, y eso se hace sólo con los libros que sabes que han tocado algo, que han cambiado algo. Sobre todo si piensas que puede ser el último, como de hecho lo fue.
En esta situación, comencé a leer el libro, y atónito, descubría al protagonista, al chaval que escucha rock que yo escuchaba y escucho, su deambular por las calles de Mágina, cuyo nombre, semejante a Ejea, el nombre de mi pueblo, tan parecido al mío. Ambos con el mismo nombre, igual que el de nuestros respectivos padres. Devoré el libro en los aviones en los que se movían los personajes, sintiéndome ellos, reviviendo el cosquilleo de lo desconocido, la maravillosa aventura que sentía que iba a ser el primer verano en que mis padres me enviaron a Estados Unidos a pasar el verano, en el momento en que por primera vez despegaba mis pies del suelo y volaba a otro país. La pasión por viajar, desde entonces, ha sido otra constante en mi vida, y como la literatura, no he dejado de hacerlo.
Leer “El jinete polaco” puedo decir que cambió mi vida, me produjo una huella que me unió definitivamente a la obra de Antonio Muñoz Molina, del que soy un gran admirador, o un gran amigo, aunque él no lo sepa. Aquel libro, de alguna manera, en aquel momento, me ayudó a encontrar el camino, a atisbar quién era, qué había aprendido, qué me habían enseñado mis padres, qué debía considerar importante y qué no, me descubrió que si yo era quien era, era porque ellos me lo habían enseñado, y no podría desligarme de ellos, o sentirme sólo, porque yo era ellos.
Sea como sea, todas las conexiones que aquel libro guardaba con mi vida, con el recuerdo de mis padres, las similitudes y las coincidencias que la historia de los protagonistas guardaban con mi vida, con lo que yo soñaba antes del huracán que arrasó nuestro hogar, con mi futuro, con mi pasado, cada una de las marcas de las páginas dobladas en la esquina superior, las gafas que guardé entonces en uno de los cajones de aquella mesilla y que ya no he sacado nunca, el lugar en el que apareció….casi con toda seguridad es el objeto que guardo de mayor valor.
Por eso, cuando he descubierto la página, he pensado que tenía que colgar esto, a pesar de que dudo que llegue a leerlo, porque tengo que darle las gracias y decirle que lo que hizo aquel libro por mí me marcó, decirle que me ha acompañado durante toda mi vida, que fue en un momento de caos la persona que a través de sus letras me concedió el pequeño milagro de abrir la puerta al más allá, de comunicarme una última vez con mis padres, y que sinceramente, lo considero un amigo.
Comencé a comunicarme con mis hermanos leyendo con ellos, compartiendo historias que nos gustaban, traduciendo canciones de rock, porque comprendí que cuando no sabes cómo decir algo, compartir una historia, un libro, un verso, puede facilitarte las cosas.
Ha pasado mucho tiempo, y a día de hoy puedo decir que tengo una familia maravillosa, que mis hermanos son buenas personas, que tienen vidas felices, que son libres, y parte de eso es mérito suyo.
Un saludo a todos, y muchas gracias por este espacio.
Y bueno, a Antonio Muñoz Molina, decirle que le debo una, y que aunque no sepa quién soy, aquí tiene un amigo. Gracias.


Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington. ¡Feliz verano a todos!

¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

RADIO NOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 2

¡Llega el segundo episodio!
Con vuestras colaboraciones, nuevos personajes, más voces, ...
Eso sí, seguimos queriendo que participéis, que nos ayudéis con los guiones, a seguir con la historia.
¡Y ya tenemos título! jejeje

Escucha, escucha...

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, os dejo con... tachan tachan... ¡EL SEGUNDO CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!



¡Anímate a participar!

APOLONIA