Nunca se olvida el arte de tejer mundos en las estrellas,
de tener la luna dentro de la cabeza...
y en mi cabecita siempre hay luna llena...

viernes, 13 de mayo de 2011

JITANJÁFORA 12: DELIBES

Domingo, 08 de MAYO de 2011
El DUODÉCIMO programa. 
DELIBES

Ya hacía días que no aparecía jitanjáfora en las ondas. Las vacaciones de Semana Santa fueron largas para la pelirroja en Radio Topo. Pero aproveché bien y me leí unos cuantos libros de Delibes, con la excusa de haberlo elegido para comenzar con la lista de autores españoles, además de investigar e investigar sobre este hombre tan grande. Su forma de escribir es tan limpia, tan directa y con las palabras tan justamente escogidas, que cuando lo leo siento una envidia terrible, porque me consta que nunca seré capaz de transmitir de esa manera. Pero no dejaré de intentarlo, que es lo que cuenta.




La música para amenizar vino de la mano de Antón García Abril,compositor y músico español, turolense por más señas. Ha compuesto obras orquestales, música de cámara y obras vocales. Es importante reseñar su faceta como autor de música para cine y series de televisión como El hombre y la tierra de Félix Rodríguez de la Fuente, Fortunata y Jacinta, Anillos de oro, Segunda enseñanza, Brigada Central, Ramón y Cajal, La ciudad no es para mí,Compuesta y sin novio y Requiem por Granada .Compuso también el Himno de Aragón por encargo de las Cortes de Aragón, que es actualmente el himno oficial de Aragón desde 1989. Su obra concertística, de carácter eminentemente sinfónico, pretende continuar la tradición nacionalista española con los adelantos vanguardistas del momento. Pese a todo, en los últimos años la música de García Abril parece tender más al nacionalismo que a la vanguardia. Se considera un estudioso y admirador de la melodía, a la cual suele adornar con frecuentes cambios de ritmo y una orquestación generalmente explosiva.


En nuestro apartado de recomendaciones de libros, continué con los audios robados en el Salón del Cómic de Zaragoza. En esta ocasión Chefo, dibujante del equipo MALAVIDA, nos recomendó, "El archipiélago Gulag" de Alexander Solzhenitsyn. 

Con La Lozana Andaluza de fondo comenzamos a hablar de Delibes. De sus comienzos, de sus libros, de su amor, de su vida. No tienes más que pinchar en el audio.


CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )
en antena no leí el cuento completo, pero aquí lo tenéis para que me hagáis las críticas que os apetezcan.


Creo que podría quererte siempre
El viejo se levanta despacio de la cama con los ojos sonrientes. Siente caliente el corazón porque el último aliento del sueño le ha dicho: “creo que podría quererte siempre”. El sol apenas asoma entre los dos picos que enmarca la ventana. Al mirar por ella desde la cama, el cielo le parece una fruta madura. Se despereza despacio, con esos movimientos rutinarios acompasados con los años. Se levanta todavía más despacio, con la felicidad asomada hasta en las manos por esas palabras que le laten con fuerza en el pecho, en la cabeza y en las tripas. Sale al cuarto grande, se prepara un té, abre la puerta y sale fuera a atrapar la brisa. Aún quedan días de frío, pero ya las primeras flores han comenzado a salir.
Mientras acompaña el ascenso del sol, con la taza de té en la mano y la mirada vagabunda, empieza a cobrar fuerza la idea de que tiene que ir a verla. Sencillamente porque quiere verla. Le llevará unas margaritas, que son las que más le gustan.
Busca las más grandes, las más bonitas, y las protege con unos papeles, no se vayan a estropear en el camino. Se sienta en la silla del porche con ellas en la mano. Ya no puede ver el sol, pero sabe que está alto. Espera a que empiece a descender para comenzar a caminar ladera abajo alejándose de la cabaña. Deja la puerta abierta, como siempre: alguien podría necesitar refugio esta noche.
Su caminar es lento, tranquilo. No así sus recuerdos. Se atropellan, se entremezclan, forman jirones de bruma que tratan de ocultar las cosas que decidió olvidar, aunque sin mucho éxito. Sin embargo, ya no le duelen como antes. No tiene prisa. Hay tiempo suficiente para ponerlos en orden. “¿Cuánto tiempo hace?”, piensa. Da lo mismo. Ella sigue teniendo los mismos ojos, y lo mira todavía con la misma intensidad que aquella noche. Cada vez. Por eso no puede evitar acercarse a buscar su calor todo lo a menudo que le permiten las obligaciones y la salud. A pesar de los años.
Aquella noche la tiene grabada a fuego. Puede oler la chamusquina en el aire. Puede verse huyendo entre los campos de maíz. Corría como alma que lleva el diablo delante de los que hasta hacía muy poco habían sido amigos suyos. Esquivaba por instinto las balas, mientras aguantaba las lágrimas de rabia a duras penas. Con el cuerpo magullado y el estómago vacío intentaba sacar fuerzas de donde podía. Consiguió despistarlos y encontró un granero. Agotado como estaba casi se quedó dormido entre la paja. No tardaron mucho en acercarse, y pudo oír una voz de mujer que hablaba con ellos. Una voz suave y dulce. La conocían, y la respetaban. Se notaba en la forma que tenían de dirigirse a ella. Nadie elevó el tono. Les ofreció vino y pan con manteca mientras lo registraban todo. Aún se pregunta cómo no lo encontraron. Está seguro de que intervino algo más que la suerte, pero poco importa ya. Se marcharon, pero al poco rato, esa voz, la voz de ella, que intentaba no mostrar signos de miedo, gritó: “¿quién anda ahí?. Sé perfectamente que has entrado aquí”.
Se enamoró nada más verla. Parada en la puerta entreabierta, con un fusil torpemente aferrado, a contraluz del fuego que arrasaba los campos en su busca, le hizo sentirse niño de pronto. Y otro fuego muy distinto casi hizo arder el granero. El fuego que salió de él, alimentado por la mirada de ella cuando se acercó a curarle las heridas. Ninguno de los dos dijo nada. El sólo podía bajar la vista. Se olvidó de todo lo que acababa de suceder dejándose envolver por el olor a canela y jazmines. Los cuerpos se invadieron.. Quedaron los maderos desvencijados de tanto crujir.
Estuvo más de un mes escondido. Ella lo cuidaba, lo alimentaba. Juntos hicieron un agujero bajo el nido de la clueca, donde se metía en los registros, cada vez menos frecuentes. Ocupaba el día en hacer los trabajos que no requerían salir al exterior, en espiar por los agujeros, en atisbar entre  las grietas. Tallaba desde animales hasta flautas en las maderas que encontraba. Se los metía en el delantal cuando no se daba cuenta. Por las noches, ella le enseñaba a leer, le contaba historias de países lejanos, le mostraba dibujos de mundos imposibles. Cada mañana, al despertar, allí estaba su cuerpo. Allí estaban esos ojos que le cauterizaban las heridas. Cada mañana, al despertar, ella le susurraba: “creo que podría quererte siempre”. Él se pellizcaba, porque aquello sólo podía ser un sueño.

Después llegaron los miedos, las añoranzas, las rutinas que le dejaban suficiente espacio en la mente para pensar. Demasiado tiempo encerrado entre cuatro paredes para quien había perdido la costumbre de la paciencia. Tuvo que salir a buscar un poco de algo que salpimentara la miel. Los sentidos se le habían atrofiado en la suave corriente que compartía con ella. Se marchó de madrugada. Aprovechó el momento del sueño confiado tras la felicidad del cuerpo.

Lo atraparon a mediodía, magullado, medio ahogado entre los juncos de una charca. Los sentidos se le habían atrofiado en la suave corriente que compartía con ella, dejándolo expuesto, no sólo a sus enemigos, sino también a su propia humanidad. Le dieron a elegir: eligió traicionarla para sobrevivir. Mientras la detenían no dejaba de buscar en ella una señal de odio, pues él se odiaba por haberle hecho algo así. Pero permaneció altiva e inexpresiva, sin oponer resistencia. Una lágrima asomó a sus ojos el único instante en que dirigió la mirada hacia él, queriendo arrancarle el alma al tiempo que le regalaba la suya. Ese “te perdono, lo entiendo todo” expresado sin palabras, hizo que se sintiera peor todavía, como si le arrancaran un pedazo.

El viejo llega al pueblo cuando ya casi se ha puesto el sol. Ella está en la puerta, esperándole, oliendo a canela y jazmines. De alguna forma ha sabido que venía. Lo sigue con la mirada mientras se acerca. Cuando llega a los escalones, alarga la mano para coger sus margaritas. Las huele mientras él amedrenta el aire que queda entre ellos. Se funden en un abrazo largo, un abrazo con todo el cuerpo, un beso que los hace temblar como la primera vez. El tiempo se para: es niño de nuevo. Mientras atraviesan la puerta ella dice: “creo que podría quererte siempre”. Y el viejo, sonriendo, se pellizca.


Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington. Y ESTA VEZ HAY RETO: EL ANIMAL IMAGINARIO. En breve lo pondré aquí para que tengáis todos los datos.

¡Os espero en la próxima jitanjáfora!
¡¡Besiños!!
APOLONIA

2 comentarios:

Goe dijo...

¡Hola Pum!

¿que tal todo?

Bueno...ahora que ya está el cuento leido lo voy a comentar...

De modo que es como se conocieron tus abuelos, según dijiste en la radio...es muy curioso...historias de la guerra civil española hay muchas, pero lo curioso es que tu abuelo no supiera leer y tu abuela sí...imagino que se debe a cosas de la época, que no todo el mundo podía pagar la educación a sus hijos.

Cuando dices "Los cuerpos se invadieron.. Quedaron los maderos desvencijados de tanto crujir" imagino que dices, de una forma muy eufemistica, que tuvieron relaciones sexuales...me resulta extraño en esa época...quizá lo he interpretado mal.

Lo de "Tuvo que salir a buscar un poco de algo que salpimentara la miel" imagino que se trata de una metáfora, que se refiere a que tuvo que salir porque no soportaba vivir más tiempo escondido.

El final no me ha dejado indiferente...no me esperaba que la traicione después de que ella le haya cuidado y protegido tanto...pese a todo le perdonó...realmente le quería mucho.

veo que te mandé el animal imaginario antes de que dieras los datos, así que igual lo hice mal...de todos modos creo que no estaba inspirado cuando lo escribí...

en fin...besos, y nos vemos cuando vuelva :)

Apolonia dijo...

Hola Goe,
creo que tu comentario merece casi más ser hablado en persona. Lo primero de todo, aunque sí que el relato es un homenaje a mis abuelos, esta todo literaturizado. Nunca te creas todo lo que lees, jejejejeje. Obviaré lo de que te parezca extraño lo de las relaciones sexuales "en esa época". Te sorprendería.

En cuanto al animal imaginario, está perfecto, :). Gracias por estar ahí, y por colaborar siempre.

Un besazo.