El OCTAVO programa.
CUENTOS Y CUENTISTAS
No me puedo creer que ya lleve ocho programas. Esta vez, al terminar, recibí un consejo que me parece bueno, y que voy a seguir. Y es ¡no ser tan seria! Jajajajajajajajajajajaja
Seguro que Nacho y Pati me ayudan a conseguirlo.
Para no variar, (y para qué variar algo que de momento me sigue gustando y no me cansa) comenzamos con la maravillosa voz de Billie Holiday de fondo. Y repetimos con Debussy, piezas diferentes, pero es que me encanta mostraros las cosas que me emocionan.
En nuestro apartado de recomendaciones de libros, empecé con los audios robados en el Salón del Cómic de Zaragoza. Y el primero ha sido el de Daniel García Nieto, que nos recomendó a Robert E. Howard
Esta vez no hubo colaboraciones, porque no había reto pendiente, pero sí que planteamos uno para el siguiente programa. Pero eso lo dejo para el final.
Caricatura de Borges por Carilho |
Tuvimos cuentos y cuentistas con Sirenas de Debussy acunándonos de fondo. Como no se puede hablar de todos ellos en tan poco tiempo, tras introducir el concepto de cuento literario, elegí a Borges. Escuchamos su voz. Maravillosa. Y lo conocimos algo mejor al ritmo de La Mer de Debussy.
Esta vez el CUENTO fue cortito: "TRES GOLPES" :
(Música de fondo "Clair de lune" de Debussy)
TRES GOLPES
La calma reinaba en la casa. El sol del mediodía entraba por la ventana de la cocina, dando de lleno en la caja de cartón apoyada en el alféizar que hacía de casa, por el momento, para los tres polluelos. Estaban apretados uno contra otro, delante de una botella pequeña de plástico, llena con agua caliente para hacerles de estufa, que ocupaba casi todo el espacio. Todavía tenían los ojos cerrados. Su piar, aunque continuo, sonaba débil. En una esquina estaba la madre. En silencio amamantaba al bebé que llevaba en brazos, apostada en el camino de la luz, buscando el calor, al ritmo acompasado y lento de la mecedora. Observaba con ternura al hijo mayor, que con las negras hebras de pelo cayendo sobre los ojos, de puntillas para llegar a ver, paseaba los dedos con delicadeza por el plumón de los polluelos. La madre terminó de alimentar al pequeño, se recompuso la ropa y salió susurrándole una nana en busca de la cuna. Todo estaba en silencio, lo que ayudó a que se durmiera enseguida. Mientras lo arropaba, escuchó uno, dos, tres golpes sordos. Tres fuertes golpes que no sabía reconocer, pero que venían de la cocina. Asustada salió a comprobar qué podía haber sido. Quizás su hijo se había hecho daño. Pero no, eso lo habría sentido dentro. Mientras caminaba por el pasillo sintió una corriente fría de aire, lo que le hizo apretar el paso. Se detuvo en la puerta sin poder contener su asombro. La ventana estaba abierta de par en par. El niño, subido en una silla, estaba de pie mirando hacia fuera. Al percatarse de su presencia se giró hacia ella, aún con la botella en la mano, ensangrentada y cubierta de plumas. Sonreía tranquilo. Despacio bajó de la silla, se acercó a su madre, que seguía inmóvil mirándolo como si no lo reconociera, la cogió de la mano y le dijo: “Ya está mami. Ahora ya no nos quitan más, ni a mí ni a mi hermanito, ni el calor ni el aire.”Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington y planteando el RETO.
RETO: El escalón.
Óscar Sipán dice que todo cuento debe comenzar con un escalón. Con algo impactante. Con una frase que nos atrape y nos haga querer seguir leyendo. Algo sorprendente o que despierte el interés. Algo con, quizás, incluso cierto aire de chisme. John Cheveer, en una entrevista para “The Paris Review” dijo que un comienzo para un cuento en el que pensaba muy a menudo era: “El primer día que robé en Tiffany’s estaba lloviendo.” Propongo que nuestros colaboradores nos envíen algún escalón que se les ocurra.
¡Espero vuestros escalones!
¡¡Besiños!!
APOLONIA
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