Nunca se olvida el arte de tejer mundos en las estrellas,
de tener la luna dentro de la cabeza...
y en mi cabecita siempre hay luna llena...

lunes, 31 de octubre de 2011

JITANJÁFORA 21: ROALD DAHL

Domingo, 30 de OCTUBRE de 2011
El VIGÉSIMO PRIMER programa. 
ROALD DAHL

¿Conoces a Roald Dahl?
¿Sabías que medía casi dos metros?
¿Sabías que fue aviador?
¿Conoces sus libros infantiles?
¿Y sus libros para adultos? 




DADLE AL PLAY:


CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

Un eclipse más y una jirafa menos
por Apolonia

Dibujo de XCar


Fingió estar dormida, no se le fuese a antojar a su madre darse vuelta por el cuarto. A duras penas había conseguido mantenerse despierta, a base de recordar los colores aprendidos ese día, y de contar del menos doce al doce, saltándose, porque nunca los recordaba, del siete al diez, hasta que su hermano y su padre habían vuelto. Se habían llevado a la Pepa con ellos, colgada con un gancho de la mochila de las excursiones. Qué nervios, ahora que el tato ya era mayor de forma oficial, se suponía que la Pepa sería para ella sola.

Con la puerta entreabierta podía oír lo que decían, muy bajito, allí en la cocina, y podía también oler el chocolate y el café que su madre había preparado para calentar las manos y las tripas, que allá en el campo, en lo alto del monte que se ve en medio de los pinos , el que llaman “La torta el flan”, porque tiene forma de flan, debía de hacer un frío terrible. Cuando escuchó “vamos a dejar a la Pepa con tu hermana, bien tapada, que también tiene que entrar en calor”, cerró tan fuerte los ojos que le dolieron las pestañas.

Su hermano se adentró en el pasillo solo, porque “ahora ya soy mayor”. Se acercó despacio a la habitación, como si anduviera de puntillas, y se quedó unos momentos parado en la puerta, que a ella le parecieron infinitos porque se cansaba de apretar los párpados.
- Sé que estás despierta –le dijo mientras entraba e iba hacia la cama.
- ¿Cómo lo sabes?
Los dos hablaban en susurros para que sus padres no los oyeran.
- Por como respiras.
- ¿Y cómo respiro?
El tato se quedó callado sin soltar a la Pepa. Ella, sentada en la cama, la agarraba por el otro lado, mirándolo a los ojos con los suyos muy abiertos porque la habitación estaba a oscuras.
- ¿Me prometes que la cuidarás?
- ¿De verdad es mía, para mi sola, para siempre? ¿No vas a volver a jugar con ella? Porque aunque sea mía para mi sola para siempre, puedes jugar con nosotras.
- Se supone que jugar con jirafas de peluche no es de chico mayor. El papa me ha hecho dejarla en el coche mientras íbamos a la Torta.
- ¿Y cómo ha sido? ¿Qué ha pasado? ¿Qué has visto?
- He pasado mucho miedo. Estaba todo oscuro, y luego negro. Pero duérmete anda. Y cuídala bien.

Se arrebujó bajo las sábanas enroscándose. Sabía que el tato le contaría lo de aquella noche a trozos sueltos, a ratos largos, sin dejarla encajar bien las cosas, así que miró su reflejo en los ojos de cristal de la Pepa para no dormirse y se puso a escuchar, bien atenta, más que en la escuela cuando hablaba la señorita. Pero aunque la curiosidad que sentía era muy grande, el cansancio ya se dejaba notar. Era muy tarde. De vez en cuando se sobresaltaba dándose cuenta de que se había dormido unos momentos, no sabía por cuanto tiempo. Aún así consiguió enterarse de que su padre, para hacer mayor al tato de forma oficial, lo había llevado a ver un eclipse, y que había sido sobrecogedor. ¿Qué sería sobrecogedor? ¿Y qué sería un eclipse? Sobrecogedor sonaba malo malo, así que seguro que un eclipse era una especie de monstruo, el más terrorífico de todos. El que repitieran tantas veces “miedo y “oscuridad” la hizo afianzarse en su teoría. El tato dijo que todo estaba muy negro allí en la Torta el Flan, que el silencio era terrible. No tanto, no tanto. Su padre se reía mientras contaba que se podían escuchar los ruidos de los coches en la autopista, y que se veían las luces de los faros a lo lejos, a toda velocidad. Luego el tato dijo que no conseguía reconocer apenas nada allí, y que notaba más que nunca las pocas cosas que le resultaban familiares, como el sabor del bocata de tortilla, mezclado con el olor del romero y el tomillo del monte que le llegaba con el aire frío de la noche. “Y aunque ha pasado mucho miedo, se ha portado genial”, añadió su padre, “porque ha resistido la tentación de cogerme de la mano varias veces”.

Cuando se apagó la luz de la cocina intentó dormirse, pero de pronto estaba muy despierta. Besó a la Pepa. La imaginó allí, en el asiento del coche, tan sola, y con frío, asustada porque las voces se alejaban. La besó otra vez. Los besos le sabían a jabón y pinturas de cera. Siguió besándola hasta que los ruidos se apagaron del todo en la casa. Entonces tomó una decisión. Se levantó, y descalza, de puntillas, intentando que no se la oyera lo más mínimo, fue al cuarto de su hermano. Todavía estaba despierto. Desde la cama la miró sorprendido.
- Tato, tenemos miedo. ¿Podemos dormir aquí contigo? ¿Es de chico mayor cuidar a tu hermana pequeña y a la Pepa?
Sin contestar, él abrió la sábana y la ayudó a subir. Se quedaron dormidos enseguida, abrazados, con la Pepa entre los dos.

Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington
Y planteamos un RETO: FINALES ALTERNATIVOS A CUENTOS TRADICIONALES 
¡Mándanos tu final!

¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

RADIO NOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 4

¡Ya está aquí el cuarto episodio!
¡qué risas, qué risas!, jejeje.
Todo gracias a Pati y Nacho esta vez, que fueron los guionistas.

En “La J15MJ: el amor no entiende de clases”, el debate, la pasión, los enredos y el facherío se encontraron a partes iguales. Felicitaciones desde aquí a Pati, Pep4, Robin Jud, XCar, Serchio, Carlos y pum porque quedó un capítulo muy divertido. ¡¡A tí, que nos escuchas y lees te toca poner un comentario para decirnos cómo quieres que siga esta historia!! ¡Cualquier aportación será bien recibida! En una semana, cogeremos todas las sugerencias y elaboraremos el 5º episodio que radiaremos en quince días. Ya sabes, en la web de la enredadera nos puedes dejar tus ideas.

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL CUARTO CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!

Escucha, escucha...


¡Anímate a participar!

APOLONIA

martes, 18 de octubre de 2011

JITANJÁFORA 20: EL MARQUÉS DE SADE

Domingo, 16 de OCTUBRE de 2011
El VIGÉSIMO programa. 
EL MARQUÉS DE SADE




Cuando se ha perseguido a un escritor durante más de 150 años como si fuera un personaje cruel e inhumano, se espera, en lo que concierne a la descripción de su vida, algo así como la biografía de un monstruo. Pero la vida del marqués de Sade resulta mucho menos aberrante de lo que uno teme y lo que realmente puede calificarse de espantoso es el destino que le acechó mientras vivía.
Walter Lenning, Biografía del marqués de Sade (primer párrafo)

DADLE AL PLAY:


RETO: LOS LIBROS DE NUESTRA VIDA

“El amor por la lectura es algo que se aprende pero no se enseña. De la misma forma que nadie puede obligarnos a enamorarnos, nadie puede obligarnos a amar a un libro. Son cosas que ocurren por razones misteriosas, pero de lo que sí estoy convencido es que a cada uno de nosotros hay un libro que nos espera. En algún lugar de la biblioteca hay una página que ha sido escrita para nosotros”.
Alberto Manguel

¿Algún libro importante en vuestras vidas? ¿De esos que asociáis con una vivencia? Por ejemplo... yo leí "cien Años de Soledad" a medias con XCar cuando nos conocimos por los parques de Zaragoza... el del Manicomio, el parque Grande, tirados en la hierba y en los bancos... ainsss que tiempos...

Diego Sangrós: ‎"El retrato de Dorian Gray". Lo leí y me sucedian cosas relacionadas con el libro. Algo parecido a "La historia interminable" de la satisfacción de los sentidos.  ‎"El centauro en el jardín" y comprendí lo que significa ser distinto

Yolanda Villajos Manzanedo: Un mundo feliz A.Huxley...me da miedo!

Vampi Monahan: Hace mil años me leí "La insoportable levedad del ser". Aún me sigue ayudando a entender y a sobrevivir en este fabuloso mundo de las relaciones complicadas! XDDD Y el cómic "The Sandman" es válido para cualquier crisis existencial. Si no la tienes, te la provoca instantánemente!!! :)

M Felipe Gil Marín: El Hobbit... El primer libro que compre... Tenia menos de... 12 años... El Sr. de los Anillos... El verano de mis "dulce" 14... La historia interminable... Lestat El Vampiro... Dracula... Stardust... El Club de la Lucha... Y tantos que estan aun por venir...

Manuel Domínguez Añón: el jinete polaco,por mis padres, ulysses, porque todavía tengo la boca abierta, luz de agosto, por un amigo, y el fantasma de palacio, por ser el primero

Burbu Burbuja Supernena: ‎"L'incal noir" de Moebius y Jodorowsky, me lo trajo mi tío que entonces vivía en Francia y todavía lo guardo como un tesoro. Y todos los libros de Ray Bradbury que coleccioné a medias con Víctor cuando nos conocimos, casi todos de segunda mano.

Inda, Indalecio: Para mi colaboración para Jitanjáfora voy a hablarte del libro "La voz dormida" de Dulce Chacón. Intentaré resumir un poco porque es largo. Lo empecé a leer a recomendación de mi madre en los años estos que estaba trabajando fuera de casa de un sitio para otro. Entonces me mandarón a trabajar a la zona de Mérida y como me quedaba en el centro de la zona me quedé en Zafra e iba leyendo a raticos por la noche. Un día me dió por leer la biografía de la contraportada de la Chacón y ¡oh casualidad,designio del destino! resulta que la Chacón es de Zafra. Cuando iba a terminar el trabajo ¡oh casualidad, triste designio del destino! que rompí el coche por un camino (la única vez y de la forma más tonta). Me mandaron a arreglarlo al pueblo de al lado, los Santos de Maimona, de donde era una de las protagonistas del libro y había de pasar por uno de los sitios que mentaban (el puente por donde le tiraron a los hijos durante la guerra o algo así). Lo que parecía una casualidad positiva era que entre un trabajo y otro tenía cuatro días entre medio que coincidía que operaban a mi padre y podía ir sin tener que estar pidiendo complicados permisos y relevos. Pero el coche no lo podían arreglar hasta dentro de varios días por falta de una pieza, así que me busqué la vida para volver en tren. No me acuerdo donde iba con el autobús para coger el tren, pero al ir a subir al autobús no me hacía ni caso el conductor, así que pasé al fondo. A lo que me di cuenta estábamos en Badajoz y yo sabía que por allí no había que pasar, así que pregunté a los de delante yme dijeron que tenía que haber parado en Almendralejo, que si no me lo había dicho el chófer,pero ¡oh funesto sinsabor del destino! el chofer no me había hecho ni puto caso, con lo que tuve que volver sin tiempo para ir y volver a Zaragoza en tiempo de la operación, quedando aislado en el pueblo de origen de la autora del libro.

Esto es, más o menos, es un chorrazo, pero es que semejante cúmulo de casualidades no es normal, además con el bajonazo de una cosa y lo triste que es el libro casi entro en estado de depresión, además ya con el coche arreglado me fui el fin de semana a Huelva capital que es donde iba a trabajar y es una ciudad tan fea que es depresiva en si.
El caso es que durante estos años se me daban muchas casualidades y las cosas parecía que pasaban por donde iba yo. Por ejemplo cuando estuve en Sort y la Pobla de Segur en el Pirineo de Lérida me llevé un libro de desertores también el la guerra civil y eran muchísisimos casos en esa zona, que se pasaban a Francia. Luego, cuando estaban los ladrones esos en la cárcel de Alhaurín de  la Torre yo iba a la subestación de Red Eléctrica de esa localidad. También cuando pusieron la bomba en el cuartel de Durango adivina donde paraba yo muchos días a tomar café. ¡eh! ho pienses mal, que yo no arreglo mis problemas con bombas. Dejo que se pudran hasta que salen de la forma más lamentable. (esto último es broma pero me gusta como queda).



CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

Cinco minutos
En estos momentos tengo cinco minutos tranquilos. Nada mejor para pasarlos que imaginarla, y olerla. Tengo su olor grabado. No su perfume, ni el perfume de sus cremas, sino el suyo, el que desprende desnuda sobre la cama después de haberla hecho sudar y que me haya hecho sudar ella a mí. Habrá pasado un rato en la fábrica, como todos los días, organizando el trabajo allí abajo antes de subir a su oficina, y aunque dice que esas cosas le parecen irreverentes delante de según que gente, después de cómo la he despertado seguro que estaba pensando en echar otro polvo conmigo. Le encanta estar rodeada de hombres, entre vigas y tornillos, y pensar en ser embestida por mí. Me lo confesó con cara de niñita buena el otro día después de hacerme la mamada del siglo mientras nos dábamos un baño juntos. Con cara seria y aire marcial, enfundada en esa falda negra que le marca un culo de campeonato, habrá recordado mi erección, con el coño ardiendo y los pechos en pie de guerra. Qué grande mi pequeña Elena, dando órdenes a un montón de tipos que no tienen ni idea de lo follable que es, que ni se imaginan que esa especie de señorita Rottenmeyer, mientras les dice lo que tienen que hacer y la odian por ello, está imaginando que juego con su culito, que lo hago mío, que le gusta y me pide más y más. Que está recordando que de madrugada la he despertado abriéndola de de piernas y he jugado con su clítoris haciéndolo retroceder y buscarme, buscarme y retroceder, hasta que me ha pedido por favor que la follara de una jodida vez.
 
Quiere organizarse para poder verla en Enero. Le gustaría hacer un viaje con ella, salir de la ciudad, descubrir sitios. Ir a algún lugar en el que no hayan estado ninguna de las dos y tener orgasmos en cada rincón. Me pone muy bruto imaginarlas juntas. Como aquella noche. Y qué bruja es, porque me puso ojitos y se abrió la blusa mientras me decía con esa boca suya tan roja que tendría que ser un viaje corto, porque no tardaría en echar de menos mi polla. No me importa que se haya liado con Carla. Sigo siendo capaz de ponerla cachonda por la noche y por la mañana, pero me consta que necesita divertirse, como yo. También las podría convencer para irme con ellas. Aquella noche, los tres,... no estuvo nada mal. Quizás habíamos bebido demasiado, pero las copas me parece que no fueron más que una excusa. En el fondo, aún sin haberlo hablado, sabíamos lo que iba a acabar pasando. No fue ninguna sorpresa despertarnos en plena resaca a la mañana siguiente en un revoltijo de brazos y piernas, sonrientes y con los cuerpos calientes. Siempre había querido hacer un trío, y ellas también.
 
Seguro que la pobre lleva un calentón tremendo. Me temo que se ha ido con ganas de más guerra, pero sino llegaba tarde. Aún me acuerdo cuando me dijo que se estaba viendo con Carla. Le costó decírmelo porque pensaba que me sabría malo o que me cabrearía. Yo creo que pensaba que andábamos también follando a sus espaldas. Ya sabía que se veían, y le dije que yo también me veía con ella. Menuda mujer que es. Creo que tiene motor para los dos, por separado, juntos o revueltos con otros tantos. Lo único que me jode es que no haya vuelto a repetirse el trío. Ellas andan todo el día enviándose mensajitos que las alteran, que les hacen clic en la cabeza y les desatan las fantasías y los deseos. A veces incluso, sus cuerpos se adelantan al clic de sus cabezas, y descubren que sus bragas están mojadas antes de ser conscientes de que se me han puesto cachondas. Y yo me aprovecho de ello por partida doble. Al principio era una sensación extraña, pero no veas lo bien que sienta encontrarse dos coños calientes y ya húmedos, con urgencias, y casi todos los días. Desde luego que no me importa que se hayan liado, aunque me gustaría volver a tenerlas a la vez a mano, y pasar de la una a la otra a placer o mirarlas mientras se tocan y se lamen ellas. Eso sí que me pone bruto.
 
Mierda, el jefe, ¿qué demonios querrá?, ni cinco minutos tranquilos. A ver si ésta se quiere relajar un poco, porque llevo una empalmada difícil de disimular. Espero que nadie se de cuenta. Vaya, Elena le ha mandado un mail a Carla y me lo reenvía. Mi jefe puede esperar dos minutos más. A ver qué le dice: “¿Qué te parece si intentamos escaparnos un fin de semana a algún sitio y cambiamos de escenario?. ¿Qué prefieres, solas o acompañadas?. Es por contar o no con él, que ya sé que tampoco le harías ascos. Ya me dirás. Creo que los tres andamos fantaseando con repetir lo de aquella noche”.
 
Joder Carla, ¡dile que acompañadas!. Estoy deseando que me hagáis de todo, y hacéoslo yo también a vosotras. Pero ahora será mejor que trabaje un poco. Venga Pablo, abróchate la chaqueta, y deja de pensar en Elena sin bragas y en Carla de rodillas. Un mensaje. Mi jefe debe haberse cabreado. Joder no, que es de Carla: “¿Nos escapamos este fin de semana los tres a algún sitio y cambiamos de escenario?”.


Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington

¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

RADIO NOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 3

¡Ya está aquí el tercer episodio!
¡Y menuda la que se ha líado!
Los personajes se mezclan y se ven envueltos en situaciones más que divertidas. Las colaboraciones para el guión fueron geniales, y Pati las amalgamó sabiamente. El resultado... de risas y más risas

Escucha, escucha...

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De momento, te dejo con... tachan tachan... ¡EL TERCER CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!



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APOLONIA

miércoles, 12 de octubre de 2011

JITANJÁFORA 19: ANTONIO MUÑOZ MOLINA

Domingo, 02 de OCTUBRE de 2011
El DECIMONOVENO programa. 
ANTONIO MUÑOZ MOLINA

DADLE AL PLAY:



Antonio Muñoz Molina
Foto sacada de su BLOG

Mi amigo E. Dédalo, escribió un texto maravilloso, autobiográfico, que entre otros protagonistas, contaba con "El jinete Polaco", libro, también bastante autobiográfico, de Antonio Muñoz Molina, escritor español, uno de los más importantes de nuestros tiempos en lengua española diría yo.  De fondo, como pequeño homenaje a este escritor que tantos momentos mágicos me ha regalado, la música de Thelonious Monk.

CUENTO
(Música de fondo La mer de Debussy )

A MI MEJOR DESCONOCIDO
POR E. DÉDALO



Me tropecé con Antonio Muñoz Molina hace 15 años, no sé decir si fue por casualidad , ya que encontré sobre la mesilla de la habitación de mis padres “El jinete polaco” cuando buscaba en una casa vacía, en un hogar recién arrasado por la muerte de ambos, algo que me hablase de ellos, que me permitiese seguir sintiéndolos cerca. En menos de un mes y medio, mis hermanos pequeños y yo perdimos a nuestros padres, nos quedamos solos, nuestra vida, hasta entonces agradable, segura, confortable y llena de cariño, dejó de existir. Dejamos la casa, nos trasladamos a vivir con nuestra abuela paterna y una de sus hermanas, y con estas dos heroicas ancianas, entonces convertidas de nuevo en madres de tres chicos de 18, 14 y 9 años, comenzamos a dar los primeros pasos vacilantes, desorientados, arrasados por el dolor, en una nueva vida, totalmente distinta a la que conocimos hasta entonces, llena de pena, de silencio y de una luz mortecina. Es casi imposible describir la intensidad y la angustia que sentía ante un futuro que por primera vez estaba plagado de interrogantes. En estado de shock, descubrí que me había hecho adulto. Mis padres no podrían ayudarme nunca más, no podría volver a hablar con ellos, estaba sólo, y el peso de la responsabilidad de la vida de mis hermanos, ahora a mi cargo, era tal que durante mucho tiempo no fui capaz de tomar una decisión, por simple que esta fuera, sin sentir la ansiedad y el vértigo de caminar al borde del abismo, aterrorizado ante la posibilidad de equivocar su camino, de terminar de demoler el resto de sus vidas.
Necesitaba a mis padres, necesitaba encontrarlos de alguna forma, sentir que yo había guardado parte de su fuerza, de su capacidad, que había una conexión entre mi vida en una familia que me había hecho sentir especial, seguro, que me había dado firmeza de carácter, en la que me sentía querido, valorado, rodeado de personas similares a mí, que me regaló el privilegio de apreciar el conocimiento, que me descubrió la literatura y en la que aprendía soñar, y más tarde a ser libre, honesto, persona, y el chaval muerto de miedo incapaz de dar un paso, inseguro, pusilánime, perdido, convencido de ser un impostor incapaz de hacer nada por los suyos, desquiciado por la incomprensión de unas personas a las que apenas conocía más allá de los lazos de sangre, tan distintas en todo a nosotros, tan recelosas de mi carácter, con una visión de la vida que poco o nada (pensaba entonces) tenía que ver con la mía, y que tantos problemas causaba.
Con esta necesidad llenándome el pecho caminaba hasta mi casa, abría la puerta aterrado y franqueaba el umbral. La casa respondía al golpe seco y fuerte de la gran puerta de madera al cerrar con un silencio ensordecedor y una oscuridad fría impregnada ya del olor húmedo del pasado, que enrarecía los todavía familiares aromas que parecían haber quedado atrapados, detenidos en el tiempo. Lloraba, sentía rabia, y buscaba frenéticamente algo que me los trajese de vuelta, algo que me permitiese hablar con ellos por última vez, que me dijese que sí, que podía, que ellos estaban allí. A pesar de mi nada espiritual interior, a pesar de mi ateísmo y mi inexistente fe en el más allá, deseaba que ocurriese el milagro, que por una vez, algo sucediese. Rebuscaba en los cajones, miraba álbumes de fotos, olía la ropa de los armarios, que acariciaba para sentir el tacto familiar de un abrigo o una camisa, tan diferentes ahora, tan fríos, vacíos, pero suyos, todavía suyos.
De alguna forma, ese milagro ocurrió cuando encontré “El jinete polaco” sobre la mesilla del dormitorio de mis padres. Las gafas de mi padre descansaban encima de la portada. Lo abrí con reverencia y observé otro signo que me decía que mi madre había leído ese mismo libro: las esquinas de algunas hojas estaban dobladas allí donde había ido dejando la lectura. Marcada así en la segunda lectura, estaba la página número 29, el día en que mi padre había muerto. La última página que había leído.
Desde muy niño fui un lector ávido, animado por mis padres, con el tiempo la lectura, la literatura, se convirtió en una pasión para mí. Sin ser nada grandioso, mis padres se habían ido haciendo con una biblioteca razonablemente extensa elegida con bastante buen criterio, y aunque nosotros teníamos, digamos, una sección de libros de aventuras, de ejemplares del barco de vapor que se acumulaban cambiando la tonalidad a medida que íbamos creciendo, de cómics de Astérix, El Capitán trueno, mi curiosidad hizo que fuese bastante precoz a la hora de perderme en las páginas de todos aquellos libros, mi idilio con la literatura, a pesar de mis dieciocho años, era profundo. Nunca fui un deportista, nunca me interesó el fútbol o las motos. Fui, en ese sentido, un chaval rarete, freak, diríamos hoy, con una gran imaginación y más interés por Juan Ramón Jiménez, Bécquer, Julio Verne, Emilio Salgari, y cientos de autores cuyos nombres no recuerdo, que por lo que podría ser estándar en chicos como yo.
Aquel libro era algo místico. Aquel libro era mi linea de vida, mi charla compartida con ambos, el espacio en el que podría sentirlos cerca, cómplices, podría compartir aquella historia que ambos habían compartido. Mi padre, más dado a Machado y a Khalil Gibran, lo había abierto y se había sumergido en él porque mi madre se lo tuvo que sugerir, y eso se hace sólo con los libros que sabes que han tocado algo, que han cambiado algo. Sobre todo si piensas que puede ser el último, como de hecho lo fue.
En esta situación, comencé a leer el libro, y atónito, descubría al protagonista, al chaval que escucha rock que yo escuchaba y escucho, su deambular por las calles de Mágina, cuyo nombre, semejante a Ejea, el nombre de mi pueblo, tan parecido al mío. Ambos con el mismo nombre, igual que el de nuestros respectivos padres. Devoré el libro en los aviones en los que se movían los personajes, sintiéndome ellos, reviviendo el cosquilleo de lo desconocido, la maravillosa aventura que sentía que iba a ser el primer verano en que mis padres me enviaron a Estados Unidos a pasar el verano, en el momento en que por primera vez despegaba mis pies del suelo y volaba a otro país. La pasión por viajar, desde entonces, ha sido otra constante en mi vida, y como la literatura, no he dejado de hacerlo.
Leer “El jinete polaco” puedo decir que cambió mi vida, me produjo una huella que me unió definitivamente a la obra de Antonio Muñoz Molina, del que soy un gran admirador, o un gran amigo, aunque él no lo sepa. Aquel libro, de alguna manera, en aquel momento, me ayudó a encontrar el camino, a atisbar quién era, qué había aprendido, qué me habían enseñado mis padres, qué debía considerar importante y qué no, me descubrió que si yo era quien era, era porque ellos me lo habían enseñado, y no podría desligarme de ellos, o sentirme sólo, porque yo era ellos.
Sea como sea, todas las conexiones que aquel libro guardaba con mi vida, con el recuerdo de mis padres, las similitudes y las coincidencias que la historia de los protagonistas guardaban con mi vida, con lo que yo soñaba antes del huracán que arrasó nuestro hogar, con mi futuro, con mi pasado, cada una de las marcas de las páginas dobladas en la esquina superior, las gafas que guardé entonces en uno de los cajones de aquella mesilla y que ya no he sacado nunca, el lugar en el que apareció….casi con toda seguridad es el objeto que guardo de mayor valor.
Por eso, cuando he descubierto la página, he pensado que tenía que colgar esto, a pesar de que dudo que llegue a leerlo, porque tengo que darle las gracias y decirle que lo que hizo aquel libro por mí me marcó, decirle que me ha acompañado durante toda mi vida, que fue en un momento de caos la persona que a través de sus letras me concedió el pequeño milagro de abrir la puerta al más allá, de comunicarme una última vez con mis padres, y que sinceramente, lo considero un amigo.
Comencé a comunicarme con mis hermanos leyendo con ellos, compartiendo historias que nos gustaban, traduciendo canciones de rock, porque comprendí que cuando no sabes cómo decir algo, compartir una historia, un libro, un verso, puede facilitarte las cosas.
Ha pasado mucho tiempo, y a día de hoy puedo decir que tengo una familia maravillosa, que mis hermanos son buenas personas, que tienen vidas felices, que son libres, y parte de eso es mérito suyo.
Un saludo a todos, y muchas gracias por este espacio.
Y bueno, a Antonio Muñoz Molina, decirle que le debo una, y que aunque no sepa quién soy, aquí tiene un amigo. Gracias.


Nos despedimos escuchando "Satin Doll" de Duke Ellington. ¡Feliz verano a todos!

¡Os espero en la próxima jitanjáfora!

¡¡Besiños!!
APOLONIA

RADIO NOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA CAPÍTULO 2

¡Llega el segundo episodio!
Con vuestras colaboraciones, nuevos personajes, más voces, ...
Eso sí, seguimos queriendo que participéis, que nos ayudéis con los guiones, a seguir con la historia.
¡Y ya tenemos título! jejeje

Escucha, escucha...

Si pinchas en la foto irás al enlace de la página web de LA ENREDADERA donde puedes colaborar con nosotr@s.



De momento, os dejo con... tachan tachan... ¡EL SEGUNDO CAPÍTULO DE LA RADIONOVELA INTERACTIVA DE LA ENREDADERA!



¡Anímate a participar!

APOLONIA

martes, 4 de octubre de 2011

AUSENCIA

Fotografía de Xavi Fuentes

Nunca la distancia fue un problema, ni las decepciones, ni siquiera los silencios. Nunca te recriminé tus distracciones, tus retrasos, tus plantones, tu trascendentalidad, ni tu manía de reducir a polvo los sentimientos para analizar lo inanalizable. Nunca te intenté cambiar. Es injusto que ahora solo tengas reproches para mí. Que digas que no estoy, cuando eres tú quien se ha marchado.

APOLONIA
 

lunes, 3 de octubre de 2011

CHAPEAU

Fotografía de Carla Van de Puttelaar

Estaba enamorado de una pero las necesitaba a todas. La pelirroja de ojos de gato le llevaba en coche al trabajo, la rubia de piernas largas le compraba ropa, la morena de pechos enormes le ayudaba con los papeles, la castaña de piel blanca le hacía postres. Las noches de lunes: pelirroja. Las de martes: rubia. Las de miércoles: morena. Las de jueves: castaña. Los fines de semana para Teresa. Hasta que se le ocurrió enlazarlas a todas en su blog.

APOLONIA